Política económica o revolución

Emeterio Gómez

Es realmente inaudita y fascinante la forma en la que algunos analistas se empeñan en abordar las políticas económicas y las posibilidades del Gobierno de enfrentar dichos problemas… ¡¡en términos económicos!! Y se dan banquete analizando las contradicciones y las debilidades de dichas políticas, en el lenguaje de la más pura macroeconomía… como si no se tratase de una revolución, de una verdadera revolución. Y no como, para complemento, ingenuamente, algunos se empeñan en llamarla: una «Falsa Revolución» o una «Revolución del bla, bla, bla». ¡¡Como si hubiesen revoluciones que no fuesen falsas y no fuesen del «puro bla, bla, bla»!! No señores, hay que dejarnos de tonterías: esto es una verdadera y auténtica revolución, una revolución comunista «con todas las de la ley», cuyo objetivo esencial es acabar con el capitalismo y con la propiedad privada.

Y se lanzan entonces, bondadosamente, a recomendarle al Gobierno lo que «deberían» hacer para enfrentar la inflación, el desempleo o las presiones devaluacionistas; dejando de lado un pequeñito detalle, algo intrascendente e irrelevante, mínimo y desechable: que para ellos, para los chavistas, lo fundamental es la Revolución, la destrucción de cualquier asomo de economía de mercado, propiedad privada o libertad individual, para poder construir el socialismo, tal como lo reafirmó Maduro, el viernes en su juramentación. Que en realidad no es ningún Socialismo, que no se parece ni remotamente al Socialismo sueco o noruego, sino que es el más crudo y brutal Comunismo, Co-mu-nismo. Porque eso es lo que son las terroríficas comunas, la más sencilla y simple instauración de la propiedad colectiva, un bodrio que ni en Rusia, ni en China, ni en Cuba, ni en ninguna parte, han podido siquiera bosquejar o intuir qué pudiera ser. ¡¡Porque la propiedad colectiva es absolutamente inviable!! Nuestros queridos amigos, los analistas económicos, deberían reflexionar sobre un hecho brutal y contundente: cuando se intenta hacer una Revolución, cuando se quiere cambiar radicalmente el funcionamiento o la forma de operar económicamente una sociedad, cuando se intenta destruir la propiedad, ¡¡resulta absolutamente absurdo pensar en políticas económicas!! Intentemos, nada más, imaginarnos un país en el que, por un lado, haya Comandos Revolucionarios expropiando a todo el mundo, invadiendo fincas y edificios, liquidando la libertad de expresión y la libertad individual; y, por el otro lado (pero, eso sí, «hombro con hombro» y hermanadamente) «Comandos de Política Económica», intentando mantener los equilibrios macroeconómicos, luchando contra el déficit fiscal y el exceso de oferta monetaria. Seguramente, gentes de estos dos «Comandos», es decir, gentes de los comandos de expropiación y de los de equilibrio financiero, se encontrarán en algún lado, se sentarán a tomarse un café… y compartirán sus experiencias.

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