Carta a los venezolanos

Nuestra amada Venezuela se encuentra en una muy difícil coyuntura donde los políticos han asumido el rol protagónico, me atrevo a decir, y es por eso que estamos así. Desde hace más de una década los venezolanos hemos hecho de la política nuestro principal entretenimiento, nos confrontamos y defendemos a capa y espada nuestra tendencia política sin importar que tan buena o mala sea, cuestión de orgullo patibulario y pendejo.

Hemos hecho de nuestros gobernantes los principales personajes del día a día, rezagando nuestros pavorosos problemas a meras trivialidades con las que ya es normal convivir. Un presidente, gobernador, alcalde y cualquier cargo público de elección popular son electos para resolver los problemas ¡son empleados del pueblo! en Venezuela estamos acostumbrados a verles como seres superiores, jefes, comandantes, Mesías, entre otros tantos calificativos que denotan nuestra primitiva concepción acerca de lo que debe ser un gobernante.

Aprovechándose de esto, nuestros políticos utilizan furtivamente el poder mediático para consolidar aún más ésta mentalidad y labrar sobre ellos un manto de intocable deidad, repetimos, esto no es más que una primitiva concepción acerca de lo que debe ser un gobernante. Fíjense: en Venezuela los últimos años nos estamos desgarrando las vestiduras por los políticos y en mitad de esa tercer mundista  algarabía los principales problemas como inseguridad y deterioro de servicios públicos se agravan, por fi fuera poco, se suman más problemas como la cíclica escasez de productos y devaluaciones ¿tiene sentido? No, no lo tiene.

Amigo lector, la única manera que los habitantes de este país disfruten de las bendiciones que esta tierra posee es a través de la reivindicación de la ciudadanía, mediante la cual las y los venezolanos seamos inquisidores cumplidores de la ley, pero más importante aún es que exijamos a los gobernantes cumplirla, cumplir con su deber; sí un alcalde es electo y la calles continúan inservibles, pues se debe sacar a través del voto, los mismo con un gobernador y los problemas de su región, lo propio para un presidente.

Venezuela tiene en exceso todo lo necesario para ser una nación con altísimos niveles de calidad vida pero gracias a nuestra adoración primitiva a nuestros gobernantes no hay ni empleos dignos, ni la tranquilidad de caminar por las calles sin el temor certero a ser víctima del hampa. O colocamos a los gobernantes en su lugar o seguiremos siendo un país exclusivo para gobernantes y sus allegados.

Leandro Rodríguez Linárez

Twitter: @leandrotango

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