La tentación de la aventura

Claro está, hay frases que se dicen o iniciativas que se toman que luego son difíciles de recoger. Despropósitos. Uno de ellos es haber calificado a Nicolás Maduro de “ilegítimo”. Otro, quitarle el derecho de palabra a los parlamentarios de la MUD. Difíciles de recoger, pero no imposible

Leopoldo Puchi

La oposición ha obtenido una votación grande, inmensa, registrada en las actas que emiten las máquinas de votación. La ventaja del chavismo es de unos doscientos mil votos. Pequeña. En cualquier parte del mundo, resultados cerrados generan tensiones. Le corresponde a las instituciones, el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo, estudiar y decidir sobre los litigios que les sean presentados. El problema surge cuando estas instituciones no son reconocidas.

En 2004, a propósito del referendo revocatorio, ocurrió así. La oposición señaló que había habido un fraude electoral, que Hugo Chávez había perdido la votación y que no podía continuar como presidente. Se desconoció al CNE de aquel entonces. De la misma manera, para las elecciones parlamentarias de 2005 la oposición desconoció al CNE y decidió retirarse.

Posteriormente, los partidos dan un giro y reconocen, en 2006, al CNE. Por supuesto, siempre con ciertas críticas y señalamientos. Así fue para el referendo de la reforma constitucional de 2007, la elección de gobernadores de 2008, la enmienda en la que se aprobó la reelección, en 2009, y la elección de diputados en 2010. Luego, para la selección del candidato de la Mesa de la Unidad se apela al CNE. Lo mismo en las presidenciales del 7 de octubre de 2012.

La conducta del CNE, en general, no ha sido distinta para las elecciones de 2013 a la de los procesos mencionados. Condiciones semejantes y auditorías previas y posteriores de mutuo acuerdo. Sin embargo, el 15 de abril la oposición decidió tomar una actitud distinta, aunque no tenía nuevos argumentos. La reacción inicial fue la de regresar a la vieja política del desconocimiento del CNE. “Nos robaron los votos”. Vinieron después días de conflictividad y estallidos de violencia. Varios CDI asediados y ocho partidarios del chavismo muertos. Negativa de dar la palabra a los diputados del MUD en la Asamblea. Puñetazos. Alta conflictividad.

Posteriormente, ha habido un cierto viraje por parte de la oposición. La promoción de impugnaciones en el TSJ representa, desde un punto de vista jurídico, un reconocimiento. Si se acude a este organismo, su decisión debe ser acatada. Un pequeño paso hacia atrás de Henrique Capriles, que pudiera dar lugar a un entendimiento, no solo en el parlamento, sino a un diálogo más amplio, que pasa por el reconocimiento de Nicolás Maduro como presidente.

Claro está, hay frases que se dicen o iniciativas que se toman que luego son difíciles de recoger. Despropósitos. Uno de ellos es haber calificado a Nicolás Maduro de “ilegítimo”. Otro, quitarle el derecho de palabra a los parlamentarios de la MUD. Difíciles de recoger, pero no imposible. Ya en 2004 la oposición había dicho que Chávez era un “usurpador” y luego recogió. Chávez también lo hizo varias veces. El caudal electoral de Capriles Radonski es tan grande que no tiene por qué arriesgarlo en aventuras. Un entendimiento es posible sobre la base del reconocimiento mutuo, en la dinámica democrática oposición-gobierno. Ya vendrán las elecciones de alcaldes, y las del parlamento en 2015.

 

Salir de la versión móvil