TROMPO EN LA UÑA// ¿La cuarta economía latinoamericana?

Leyendo un tabloide especializado en economía en el país, me llamó la atención poderosamente una noticia que llegaba desde el Fondo Monetario Internacional. No soy economista, ni pretendo serlo, pero leer que Venezuela es la cuarta economía de Latinoamérica, parece un dato lejano a nuestra realidad.
Según los especialistas en materia económica, este repentino ascenso de la economía venezolana, se debe al incremento del PIB nacional, que potenció un resurgimiento económico de la nación. Sin embargo, siendo un poco pesimista, no puedo creer como ciertas tales afirmaciones.
Si son ciertas las cifras que manejan tanto el gobierno, como el FMI (Cifras que son hechas por el gobierno) sería lógico pensar que vivimos en un país cuyo poder adquisitivo no se ve afectado por los vaivenes de la economía. Pero la realidad, mi amigo lector, es que si hacemos un sencillo juego, nos daremos cuenta que existe una incongruencia, entre ese cuarto lugar en el continente de nuestra economía, y lo que vemos en la calle.
Primeramente, es interesante recordar que el país viene de dos devaluaciones en lo que va de menos del primer semestre del año. Devaluaciones que se reflejan de manera directa en nuestra moneda. Si hacemos un poco de memoria, encontramos que en 1980 un bolívar costaba 17 pesos colombianos. Esta cifra se fue reduciendo periódicamente, hasta llegar a números alarmantes en la primera década del siglo XXI, y con la más reciente devaluación llegando a cifras inimaginables de desvalorización. Hoy por hoy, la relación peso/bolívar equivale a 1 Peso Colombiano = 0,0034 bolívar, o lo que es lo mismo, un peso colombiano vale 12,5 bolívares. ¿Una economía fuerte?
Si bien el gobierno intenta maquillar sus números reales, no hay mejor manera de desenmascarar la mentira que, contrastar con la calle. Hablar del peso colombiano y obviar, el tema dólar, es casi imposible en el contexto venezolano. ¿Por qué?, porque estamos ante un país que luego de ser líder en producción de hierro, por ejemplo, y materias primas para diversos rubros, hoy debe importar la mayoría, y obviamente, usar al gigante verde del norte para esas transacciones en el exterior, cuyo valor oficial creció luego de la devaluación. Peor aún, su valor en ese mercado que el gobierno pretende obviar, aunque es usado por ellos mismos para invertir y enriquecerse, y para todos los que necesiten acceder a divisas, fuera de los parámetros oficiales, existe. En ese mundo real, la lechuga tiene un precio que supera los 23 bolívares.
Pero si seguimos investigando, encontramos que hace unas semanas,  gremios del sector productivo han señalado a la política de control de precios, los problemas de financiamiento, las dificultades para acceder de forma oportuna a los insumos, como responsables de la crisis del sector agrícola, desencadenando una necesidad de importación para cubrir la demanda nacional, con un incremento de 29,9% en las compras foráneas para las industrias alimenticias, de bebidas y tabaco. En el primer semestre las importaciones sumaron 1.256 millones de dólares y en igual lapso del año pasado llegaron a 967 millones de dólares.
Claro está, importar no es un pecado, pero hacer creer a ciudadanos nacionales e internacionales, que somos una potencia agrícola gracias a las bondades revolucionarias, si lo es. Sobre todo cuando en mayo de este año, el mismo ministro Giordani ha declarado, entre líneas, afirmando que «La inflación es un problema de producción nacional». Agregó que “es necesario AUMENTAR la producción para satisfacer la creciente demanda de los venezolanos…” Más allá de hablar de un poder adquisitivo creciente en los ciudadanos, según el ministro, es interesante continuar sumando todos los detalles y sacar conclusiones.
La industria farmacéutica es otro tema que llama la atención. Hablamos de un sector que, a simple vista, se nota dependiente de productos foráneo y materia prima igualmente extranjera.  La industria venezolana continúa teniendo problemas con aprobación y liquidación de divisas, y las nuevas leyes aprobadas, terminan por acrecentar la crisis, reconocida por el gremio, ignorada por los personeros del gobierno.
Si continuamos indagando, en un reporte divulgado en Caracas, Venamcham señala que el comercio entre Venezuela y Estados Unidos (alias “el imperio capitalista”) se elevó en un 1,4 % al sumar 56.357 millones de dólares en 2012 frente a los 55.569 millones de dólares del año anterior. La necesidad venezolana de la economía norteamericana, para cumplir metas internas, crece mensualmente.
¿Y el petróleo? Los ingresos por las exportaciones del crudo nacional, reconocido por especialistas (incluidos los señores Merentes y Giordani), y hasta por las personas de a pie, como la única entrada real por exportaciones, se redujo de forma considerable debido al aumento de las importaciones de petróleo a los gringos y la disminución de las exportaciones, del hasta ahora, sostén de nuestra economía.
Amigo lector. Si a estos sencillos datos, al alcance de todos, le incluimos el test más efectivo para corroborar información, que es patear la calle, podremos concluir que estamos lejos de ser la cuarta economía del continente. ¿Cómo puede haber crecimiento si la inflación nos carcome cada día? La sencilla tarea de hacer mercado se ha convertido en una hazaña, notoria para los que la hacemos. Los productos escasean, los precios crecen semanalmente. La canasta básica aumenta a paso de vencedores periódicamente, y los precios de productos y servicios desangran los bolsillos de todos por igual. No existe dueño de negocio o empleado que no se queje de las circunstancias que nos toca vivir. Y aunque el gobierno se intente desligar de la responsabilidad, amigos, ellos manejan la economía. Ellos son responsables.
Si de verdad somos la cuarta economía, amigo lector, y esto se calcula en base al PIB, medida que resulta del cálculo de la producción de bienes y servicios, ¿Por qué somos cada día más pobres? ¿Por qué el país solo habla del satélite Simón Bolívar y las Canaimitas como logros? ¿Por qué luego de largos 14 años, no somos potencia?
Analice y responda usted mismo.

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