Si…

Si puedes reunir tus ganancias y arriesgarlo todo en una sola jugada, y perder, y comenzar de nuevo y nunca mencionar tu pérdida. Si puedes forzar tu corazón y tu temple y todo tu ser a seguir mucho después de haberlos perdido, y aguantar, aunque ya no te quede nada, excepto la Voluntad que te dice: «¡Resiste!” 

 

Carolina Jaimes Branger

 

Estoy dictando un curso de escritura creativa. Estas dos últimas semanas hemos estado trabajando en la importancia del ritmo al escribir, que es como la melodía para la música. Les propuse a mis alumnos que copiaran el “If” de Rudyard Kipling en inglés, lo metieran en el traductor de Google y reinterpretaran el texto manteniendo el ritmo de la versión original.

 

Estos últimos días hemos sido testigos de los límites que puede alcanzar la intolerancia. De lado y lado piden tolerancia pero ninguno parece estar dispuesto a darla. Y un país así, no me canso de decirlo, va directo a un conflicto civil de gran envergadura. Por eso creo que vale la pena recordar las palabras de Kipling, vigentes en todo tiempo y en todo lugar y en una de las mejores versiones en español que he leído, la de mis alumnos, ¡qué orgullo!

 

El poema apareció por primera vez en “Rewards and Fairies” su colección publicada en 1909. La página http://www.businessballs.com/ifpoemrudyardkipling.htm nos dice que “el poema es fuente de inspiración, de motivación, y un conjunto de reglas de vida «adulta». Contiene lemas y máximas para la vida, a la vez que constituye un modelo para la integridad, la conducta y el desarrollo personal. “Si” es quizás aún más relevante hoy que cuando Kipling lo escribió, tanto ética como filosóficamente. Unas líneas del “Si” aparecen sobre la entrada de los jugadores a la pista central de Wimbledon -una reflexión conmovedora de calidad intemporal e inspiracional del poema.

 

Su belleza y elegancia contrastan fuertemente con la vida en gran parte trágica y triste de Rudyard Kipling. Estaba sediento de amor y atención de sus padres, quienes lo enviaron lejos de casa. Fue golpeado y maltratado por su madre adoptiva y resultó un fracaso en una escuela pública que trató de desarrollar en él cualidades que le eran completamente ajenas. En su edad adulta, la muerte de dos de sus hijos también afectaron a Kipling profundamente.

 

Rudyard Kipling alcanzó fama rápidamente por sus primeros cuentos y poemas escritos en la India (adonde regresó después de terminar la universidad), y su gran popularidad entre el público británico continuó a pesar de la reacción de la crítica a sus trabajos más conservadores y a su poesía, que según ellos “era superficial y carente de profundidad de significado”.

 

Kipling rechazó muchos honores que se le ofrecieron incluyendo el título de caballero, pero en 1907 aceptó el Premio Nobel de Literatura.

 

He aquí la interpretación de mis alumnos:

 

“Si puedes conservar la calma cuando todos a tu alrededor la pierden y te culpan por ello.

 

Si puedes confiar en ti cuando todos dudan y permitirles que duden.

 

Si puedes esperar sin cansarte de la espera -o siendo engañado, no respondes con engaños, o siendo odiado no das cabida al odio- y aún así puedes no parecer ni demasiado bueno, ni demasiado sabio.

 

Si puedes soñar, sin dejar que los sueños te dominen; si puedes pensar sin hacer de los pensamientos tu objetivo. Si puedes enfrentar el triunfo y la derrota y tratar por igual a ambos impostores.

 

Si puedes tolerar que la verdad que has expresado sea tergiversada por malvados para confundir a los ingenuos, o ver destrozado aquello por lo que diste tu vida e inclinarte a reconstruirlo con herramientas maltrechas.

 

Si puedes reunir tus ganancias y arriesgarlo todo en una sola jugada, y perder, y comenzar de nuevo y nunca mencionar tu pérdida. Si puedes forzar tu corazón y tu temple y todo tu ser a seguir mucho después de haberlos perdido, y aguantar, aunque ya no te quede nada, excepto la Voluntad que te dice: «¡Resiste!”.

 

Si puedes hablarle a multitudes y mantener intacta tu virtud, o caminar entre reyes sin perder la humildad.

 

Si ni enemigos ni grandes amigos pueden lastimarte, si todos cuentan contigo pero ninguno demasiado.

 

Si puedes llenar el inexorable minuto con sesenta segundos de valor infinito, tuya será la Tierra y todo lo que hay en ella.

 

 

 

Y lo que es más: serás un hombre, hijo mío”.

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