El sentido del ridiculo… dentro de la mente extensiva…

Este sentido suele estar relacionado con una personalidad insegura, que constantemente siente la necesidad de gustar a los demás y valora excesivamente los patrones de conducta sociales, podría calificarse dentro del séptimo sentido que según «Nuestras ideas y actitudes pueden influir a distancia sobre otras personas sin que ni ellas ni nosotros lo sepamos»… Anónimo

La sensación cuando creemos que los demás observan y analizan nuestras conductas y palabras nos puede hacer sentir que vamos a poner al descubierto determinadas carencias o defectos relacionados con esa situación o momento. Si nos damos cuenta que estamos muy pendientes de los demás, podemos decir que este sentido está muy bien desarrollado aunque podemos caer en los extremos de inseguridad personal, generando una gran ansiedad, temor y vergüenza.

Cuando tenemos temor a hacer el ridículo, esta sensación suele estar de forma más o menos presente, acentuándose momentos previos a una reunión social o acto en donde estaremos sometidos a la observación de otras personas: una conferencia, examen oral, recepción, boda, entre otros, ya que muchas veces somos incapaces de prever lo que puede suceder sin pensar que anteriormente salimos airosos de situaciones similares, no solo por lo que diremos, sino también como vestimos y el desarrollo de nuestro comportamiento.

¿Qué pasa con esas personas que no tienen ningún sentido del ridículo?, si bien exagerar es un problema carecer de ello también lo es, ya que no discrimina, hace uso exagerado de la verborrea, forma de vestir, comportamientos impropios o cualquier conducta que afecte el desarrollo armonioso de un evento; eso no significa que dejemos de ser nosotros mismos, pero hay que tener un sentido del tiempo y espacio para nuestro comportamiento.

“La mente no se encuentra confinada en el cerebro, sino que se extiende hacia el mundo que le rodea”. Sheldrake…

Al encontrarnos en el mundo que nos rodea podemos observar que existen algunos patrones de conducta y que por lo general lo que hacemos no cae bien o no encaja a todos, aun cuando estamos orgullosos de los que somos, no siempre a la sociedad le gusta le echen en cara ¡somos así y que, somos mejores que tu, o tengo razón!, esos son comportamientos que pueden hacer que el sentido del ridículo entre en letargo y generar exilio del entorno social.

Esto podemos notarlo en algunas personas cuyas relaciones sociales han sido muy escasas, que apenas han realizado actividades en las que se hayan tenido que relacionar o sencillamente porque carecen de habilidades sociales y la simple idea de tener que relacionarse les produce auténtico pavor, y no se dan cuenta que eso puede ser un llamado de atención a que podemos estar haciendo el ridículo, debemos dejar que los demás se den cuenta de quienes somos.

En definitiva, se trata de un problema de confianza en uno mismo, que algunos huyen para no hacer el ridículo y otros le hacen frente y hacen el ridículo. Las personas con un alto sentido del ridículo valoran en exceso la opinión que los demás tengan sobre ellos y necesitan su aprobación y aceptación y las que no lo tienen, muestran lo que son sin esperar que los otros se den cuenta que son mejores.

“En un momento determinado, el ridículo lo hacemos todas las personas. Debemos desdramatizar y mirar ese momento con sentido del humor…

 

Kimberlain Muratti

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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