TROMPO EN LA UÑA // «San Antonio de los Altos» por @FMPinilla

Trompo
Columna Trompo en la Uña de @FMPinilla

Tengo veintisiete años viviendo en San Antonio de los Altos. Llegué de cuatro años a un pequeño pueblito que lo he visto convertirse en ciudad. Durante ese tiempo, San Antonio ha enfrentado  cientos de problemas y manteniendo esa atmosfera hermosa, esa personalidad que hace de San Antonio un lugar increíble para vivir. En esos veintisiete años San Antonio ha tenido que afrontar el cambio drástico de pequeño pueblo a ciudad, a municipio de importancia, muchas veces considerado, el mejor lugar de los Altos Mirandinos.

Un clima ideal, un paisaje hermoso, han hecho que San Antonio destaque por décadas, aún, cuando las gestiones municipales no terminan de entender el potencial turístico de una comunidad fascinante para todos los que la visitan. Lamentablemente somos víctimas de una situación nacional precaria que menos permite desarrollar proyectos idóneos y cónsonos con las necesidades, para desarrollar ese potencial durmiente del municipio.

Es una realidad que la política en San Antonio ha sido un tema que pareciera fácil de manejar, partiendo de la consigna actual, la mayoría de los habitantes son de tendencia opositora, lo que hace que la batalla sea para lograr la participación de la comunidad a favor de mejoras para el municipio, en motivar proyectos en conjunto que aprovechen el fuerte municipal (turismo religioso, paisajes inolvidables, tierra fértil para cultivo de flores y de todo tipo de frutas y un talento artístico que brota a borbotones). Es una realidad que la “viveza criolla” no permite que los impuestos se recauden de forma correcta. Existen sectores que amparados por “triquiñuelas” no cancelen derecho de frente en urbanizaciones enteras; así como muchos comercios prefieren ser multados y vivir de prórrogas, pero jamás ponerse al día asuntos que mejorarían nuestra calidad de vida, como estar al día con la conformidad de uso. Pero como buenos venezolanos, vivimos criticando lo que no se hace desde una alcaldía, pero queremos hacer lo que se nos viene en gana con nuestros deberes. Ser ciudadano no es simplemente caminar por la ciudad. Un ciudadano exige, por ser nuestro derecho, pero cumple y aporta para las mejoras que eleven nuestra calidad de vida cada vez más mermada.

Pero estos problemillas se unen a un conflicto realmente vergonzoso. Una rivalidad a muerte entre los líderes políticos de la comunidad que aspiran al cargo del burgomaestre. Oposición férrea de una cámara municipal (opositora en mayoría) con la gestión de turno, que impide no poder trabajar en conjunto. Todo tiene su tiempo, pensaría yo. Lo ideal sería trabajar en el mismo sentido, finalmente el municipio es como un barco de remos. Si no vamos en el mismo ritmo al momento de remar, la barca no llegará a ninguna parte. Pero la ambición es más fuerte, las diferencias son más graves que el amor por San Antonio… o, ¿será que no hay amor por San Antonio? Creo esta respuesta llenaría mejor los espacios que deja la interrogante que planteo.

La realidad nacional no necesita más problemas. Vivimos viendo los defectos de un gobierno que no aporta, pero a veces, la oposición parece actuar igual. Es política, finalmente me diría alguna persona. La política es sucia. Pero resulta que muchos ciudadanos comprometidos esperamos más que peleas desde la cámara con el alcalde, rivalidad entre servidores y mucho menos acolitar el trabajo de escritorio de políticos que nada más salen a la calle para ir a sus casas o a ver cómo van los números de sus negocios en el municipio. Necesitamos de un presidente comprometido, de un gobernador atento a las problemáticas, de un alcalde que meta el pecho en todo momento a las vicisitudes; pero también de concejales que trabajen no solo para llenar una oficina.

El problema es que no terminamos de entender que las diferencias entre políticos afectan únicamente a los ciudadanos. San Antonio enfrenta retos que están quedando por encima de nuestras posibilidades. Mientras todo el mundo jala para su lado, el municipio languidece víctima de los males nacionales, de la crisis que nos carcome, pero también de los problemas que no se solucionaron en el pasado y que hoy enfrentamos los ciudadanos con las uñas.

Al lector de San Antonio, te invito a reflexionar, sobre todo,  ahora que ya hay fecha para las elecciones municipales. Es un hecho que en diciembre estaremos eligiendo nuevos servidores públicos en cada uno de los municipios del país. Debemos ser ciudadanos críticos, sí, pero no ignorantes. No podemos ignorar las realidades de un estado y de un municipio opositor y por ende, víctima de la negligencia oficialista; pero tampoco acolitar las fallas de la gestión de turno. Al momento de elegir a los concejales, creo es el momento de finalizar las roscas existentes y mirar hacia cambios. No podemos imitar el caso del municipio Guaicaipuro, víctima en todo sentido de las roscas oficialistas; de gestiones, una tras otra, con los mismos protagonistas, los mismos problemas, y ninguna solución; en resumen nada nuevo.

San Antonio necesita de mejoras, pero esas mejoras, más allá del deber de los servidores públicos, que no podemos olvidar los elegimos nosotros mismos; dependen lo que aportamos como ciudadanos de calidad. Dejemos de creer que vivimos en anarquía, en medio de la ley de la selva, porque mientras mantengamos esa postura, estamos destinados al fracaso como sociedad, y esto no depende del servidor público de turno, sino de nuestro civismo. Los Salias se construye no sólo criticando sino por el contrario aportando.

El reto es grande para todos, estamos conscientes, pero hoy más que nunca debemos comenzar a cambiar nosotros mismos. Desde la educación que damos a nuestros hijos que terminan irrespetando la propiedad privada ante la mirada permisiva de nosotros. Aportemos a la hora de cumplir las normas, las reglas. Nos encanta exigir cuando el vecino se equivoca, pero nosotros tampoco colaboramos con las ordenanzas municipales. A los políticos: ¡A trabajar!

Las ciudades son reflejos de sus habitantes. ¿Se parece San Antonio a nosotros?

Fernando Pinilla / @FMPinilla

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