La quiebra de un liderazgo político

En verdad, dura tarea la que tiene Julio Borges, hombre serio y ponderado, para explicar a los suyos como fue que algunos de  sus compañeros de partido cayeron en tantas perversiones; por qué cometen tantos y tan seguidos errores.

Si es cierto aunque sea en una mínima parte los que la gente del chavismo viene denunciando sobre la conducta de algunos integrantes de la dirección de Primero Justicia, habría sobradas razones para preocuparse.

No se trata de asumir una actitud pacata, pero es indudable que alguien que aspire a dirigir el país debe contar con una serie de atributos éticos y morales que constituyan su aval ante la sociedad que pretenda dirigir. En ninguna actividad y mucho menos en política es admisible que se esté incurso en actividades delictivas o reñidas con la moral.

Si es cierto, decimos, dejando margen a una duda razonable, que por cierto se debilita ante la actitud de solidaridad automática que han asumido en defensa del señor Oscar López. Lo razonable es que este señor enfrente las acusaciones que se le hacen y no que se esconda, haciéndose pasar por víctima de una jugada política. Que seguramente la hay, pero que fue propiciada por la conducta anormal de un funcionario de alta investidura, muy cercano al candidato y gobernador.

A la gente de Primero Justicia la han agarrado fuera de base en varios momentos. Ocurrió el caso lamentable del Diputado Caldera; lamentable porque se trata de un joven que había demostrado tener buena factura para el ejercicio político. Sea que lo entramparon o no, las evidencias fueron tan contundentes que su propio partido lo sancionó de inmediato. Igual con lo de Mardo: Los cheques sin justificación existen, son verdaderos.

Seguramente, si volteamos hacia el lado chavista, encontraremos conductas condenables. Lo cual nos lleva a un asunto mucha más trascendente: el resquebrajamiento moral de la sociedad en su conjunto y del estamento político en particular.

Para nosotros este asunto trasciende el momento electoral. Puede que su denuncia tenga algún efecto político inmediato, pero estamos seguros de su nocividad sobre la creencia de las personas en quienes se reclaman como sus líderes. Eso y las evidentes debilidades morales y éticas presentes en el liderazgo político del momento, comprometen el futuro.

Seguramente, dada la alta polarización existente, un sector del país se harán los locos con el caso pero, habrá momentos en los cuales cada quien, en su propia intimidad, no dejará de condenarlo.

Iván Gutiérrez

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