
A Maracay, Caracas y hasta Valencia deben viajar los altomirandinos que padecen de cáncer para recibir su tratamiento de radio y quimioterapia, así como otros análisis exhaustivos.
En los Altos de Miranda no hay un solo centro de salud especializado en oncología aunque pasan consulta en centros privados dos o tres especialistas. En materia de salud pública no hay un punto donde conseguir atención para estos pacientes.
Doris Brito vive en Paracotos y se tenía que trasladar hasta Maracay para recibir su quimioterapia. “Hay que sufrir esta enfermedad para saber lo que pasamos junto a familiares. Gasta 400 bolívares en cada taxi que la traslada desde su casa hasta Maracay y viceversa.
Doris sufre de cáncer pélvico metastásico en estadio 4, aún así “gracias a Dios no son muchos los malestares que siento luego de cada sesión pero es un calvario sufrir la enfermedad y pasar las penurias de no tener donde tratarse” , dijo.
Por otro lado Margarita Peña refiere que tuvo que pasar meses viajando desde Los Teques hasta el hospital Domingo Luciani de El Llanito para llevar a su hermana a tratar un cancer de útero que finalmente le quitó la vida. “Fue un trajinar de ir y venir a diario, al principio conseguimos ayuda de una ambulancia de la gobernación pero luego el tratamiento se extendio por varias semanas y tuvimos que pagar taxi diario; unos 600 bolívares sin contar lo que gastas en medicamentos y en otros análisis”, dijo.
Santaella sin tratamiento
El hospital Victorino Santaella de Los Teques es el único centro de salud pública capacitado para ofrecer servicio de oncología pediátrica y de adultos en la entidad porque es un nosocomio tipo IV que debería atender todas las especialidades. La semana pasada la ministra de Salud, Isabel Iturria, quien estuvo de visita en el hospital, manifestó que actualmente la habilitación de tratamiento oncológico no es una prioridad.
En 2007, durante el mandato de Diosdado Cabello como gobernador, se anunció la puesta en servicio de oncología pediátrica en el piso 7 del hospital Santaella.
El proyecto incluía 20 camas para atender unos 200 niños diariamente, de las cuales ocho estaban destinadas a pacientes con complicaciones, dos pabellones y una sala de quimioterapia. Los equipos fueron comprados y el área decorada estuvo a punto de ser inaugurada pero las instalaciones nunca fueron estrenadas y están abandonadas. Se conoció que varios equipos adquiridos con una inversión de 1.5 millones de dólares fueron hurtados y que dos oncólogos pediátricos que fueron contratados para tal fin cobraron tres años de sueldo sin trabajar porque el área está cerrada.gf
Pola Del Giudice Ortiz – [email protected]/@polita26