Maduro y los poderes

Casi 15 años han transcurrido desde la llegada del comandante eterno al poder. Contó para su lucha contra la corrupción con una nueva Constitución, la eliminación del Congreso Nacional, Corte Suprema de Justicia, Consejo Supremo Electoral y su sustitución por nuevos órganos: Asamblea, TSJ y CNE, la reforma de la Fiscalía, la Contraloría, el nacimiento de la Defensoría del Pueblo y cuatro leyes habilitantes para legislar sobre toda materia posible, incluida la corrupción, con poderes omnímodos que ejerció desde el 2-2-99 hasta, digamos, el 07-10-12 cuando fue reelecto para un nuevo período hace un año, durante el cual Maduro como vice-presidente, como encargado sin juramento y como proclamado por el CNE ha venido ejerciendo las funciones.

El patético mensaje de este martes nos muestra que todo fue un fracaso, se necesitan nuevos poderes. Pero si en casi catorce años no lo pudo lograr el iluminado de Sabaneta ¿lo logrará Maduro? Lo dudo. Necesitaría por la medida chiquita por lo menos el doble, 30 años, siempre y cuando la derecha y el imperio no saboteen la implantación del socialismo del siglo xxi que hace felices a los que mandan no al pueblo, como ocurrió en la URSS y ocurre en Cuba.

La tarea es ciclópea pues de acuerdo con el discurso de ayer la conspiración de la derecha se remonta a los tiempos de la Compañía Guipuzcoana cuya presencia altiva sigue en La Guaira, pues su sede brilla como la más vistosa de todas las edificaciones del litoral, ya que cuando el deslave de 1999 los daños causados a la Guzmania, quizá por ser obra de otro oligarca, no ameritaron reparación a pesar de haber sido “los liberales de Antonio” quienes trajeron a Caracas los restos del Libertador con cuyo apellido la nueva constitución bautizaba a la nueva República; y francamente las edificaciones de la “Misión Vivienda” en Caraballeda, con el perdón del comandante, dejan mucho que desear.

Maduro dejó entrever que conoce los nombres y bienes de los corruptos que se propone perseguir, gente que se ha apropiado de bienes de la nación, lo que no es necesario para incurrir en corrupción. Basta con usarlos como propios, así se define el peculado de uso. Si se muda a La Casona, quizá le crea al fariseo.

Oswaldo Páez-Pumar

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