El diputado 99, 100, 101

Sobre el diputado 99, el 100 y el 101 caerá el castigo de haberse vendido, así como hizo Judas que por un puñado de monedas entregó besando a quien era un salvador y bien sabemos cuál fue el triste final del Iscariote

 

La ley habilitante tiene como propósito el combatir la corrupción. Es sabido que Nicolás Maduro tiene a su favor a 98 diputados en la Asamblea Nacional y que necesita 99 votos para que su ley salga adelante. La lucha contra la corrupción… ¿será que han comprado la voluntad del diputado 99, del 100 y del 101?

Mal empieza esta cruzada contra la corrupción de Maduro si la respuesta es afirmativa. Imagine usted que quiere luchar contra algo y, para alcanzar su éxito inocula –palabra favorita en el léxico breve de Maduro- la enfermedad en aquellas conciencias que necesita plegadas en torno a sí. Tres conciencias para ser precisos o, al menos una. Serán brazos alzados con vítores, con aquella alegría de sanación que adoptan las masas cuando pierden el sentido. Un momento mágico para el ego del mandatario que sabrá, en lo íntimo de su habitación, que ha hecho mal, que ha obrado mal, que ha comprado esos votos, así como han comprado a un país con el reparto inmisericorde de camisetas rojas.

Ese diputado 99 será el señalado, el marcado, el que ha traicionado a los votos de los ciudadanos que confiaron en él. Será un maula, un sátrapa, una persona sobre la que el pueblo podrá, más tarde, volcar su ira por eso, por traicionar el deber democrático de mantenerse firme ante las convicciones de quienes depositaron en él su confianza.

Maduro sabe que unos cuando ceros acompañados de una cifra que vaya del 1 al 9 son capaces de hacer que cualquiera deje su traje y se enfunde el colorado necesario. Una cifra colocada en algún paraíso fiscal. Una cantidad que se adorna de piñas coladas y lánguidas olas en alguna de las islas del Caribe.

Sobre el diputado 99, el 100 y el 101 caerá el castigo de haberse vendido, así como hizo Judas que por un puñado de monedas entregó besando a quien era un salvador y bien sabemos cuál fue el triste final del Iscariote, una cuerda, un árbol y su cuerpo colgando al vaivén de la brisa. Así, así estará el diputado 99 el resto de sus días. Penando por haberse entregado, sabiendo que su familia sabe que fue él y sólo él quien entregó su dignidad.

Pocas palabras más merece el diputado 99 y el señor Maduro. Poco más.

Max Römer Pieretti

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