«Sabores de Estonia a Letonia» por @gabrielbalbas

Vino
Columna EXCITANDO EL PALADAR de @gabrielbalbas

Recuerdo que era una mañana del primero de Enero, cuando desperté buscando un propósito de año nuevo; uno de esos compromisos personales o metas que uno se plantea cumplir para ese nuevo ciclo que implica el cambio de año. Mi sueño estaba claro ¡Yo quería ir a Europa! Pero no a la Europa comercial que todos conocen, con su tradicional recorrido de España, Francia e Italia; el viejo continente es mucho más que eso.

Estuve toda la primera semana del año dándole la vuelta al mapa de Europa – Yo me disfruto muchísimo la fase de investigación del destino que planeo visitar-  iba país por país, leyendo comentarios de otros mochileros y buscando vuelos, o trenes, que conectaran una ciudad con otra.

¡Iré a Estonia! Exclamé, hablando conmigo mismo. Había encontrado la forma de Conectar desde Madrid a este país y luego continuar con mi periplo por otros países con poca difusión turística. Además descubrí que estas zonas son bastante más económicas que otras naciones europeas, lo cual representaba un verdadero atractivo para mi bolsillo mochilero.

ITINERARIO

Los meses pasaron rápidamente, mientras yo gastaba los días organizando detalles del viaje: revisaba las reservas de transporte, evaluaba opciones de hoteles, enumeraba los sitios de interés y me aseguraba que no fuese a necesitar un visado que me complicara las cosas.  Así pues, en un parpadear de ojos, ya estaba en el avión que me llevaba a Europa.

La primera parada fue Madrid, ya que era el vuelo directo que conectaba desde Caracas a menor precio.  De España pasé a Irlanda y tras par de días en Dublín crucé a Noruega, para finalmente de ahí saltar a Estonia (Todo esto con vuelos de bajo costo).

DE MOCHILERO POR LOS PAISES DEL MAR BÁLTICO

Por fin estaba en Estonia, presto a arrancar mi mochileada por los países del Báltico, una cruzada que también incluiría Finlandia, Letonia y finalmente Lituania. Un recorrido que ni en mis sueños remotos años antes hubiese pensado en hacer.

Estonia me sorprende con el encanto que solo tiene una ciudad medieval. Parece que estuvieses viviendo un cuento entre guerreros de armadura y doncellas, cuando caminas por calles empedradas donde ves restos de castillos en cada esquina y disfrutas de comprar frutas en carretas.

De nuevo el vino me tienta, y más si hay la facilidad de combinarlo con frutos del mar. Me desayuno como todo un JetSet con una pequeña botella de vino blanco francés y un sándwich de cangrejo. En Venezuela eso me costaría un ojo de la cara, pero por estos lados con 4.25 euros es suficiente.

Fue en Tallin, la capital, donde encontré esa herencia cultural que aun conservan de su historia en la que fueron parte de Rusia. De este pasado ruso los estonios conservan íconos como las catedrales con cúpula de cebolla y las celebres matrioskas.

MATRIOSKAS DE CHOCOLATE

Las Matrioskas también son conocidas como “Muñecas rusas” y su peculiaridad es que son huecas, conteniendo otra muñeca pero más pequeña, que a su vez alberga  otra muñeca dentro, y así sucesivamente. Los grupos de Matrioskas van de 5 en adelante, siempre terminando en un número impar.

En Tallín pude probar unos deliciosos chocolates Lindt, inspirados en la Matrioska, donde la muñeca grande elaborada de chocolate contenía un puñado de muñequitas comestibles más pequeñas.  Desde ese momento siempre recuerdo con especial aprecio a Estonia y sus Matrioskas.

RUMBO A FINLANDIA

Desde Estonia continúo me viaje por el Mar Báltico hacia Finlandia, conectando por Ferri. Esta ha sido una de las experiencias de viaje (y de vida) que recuerdo con mayor placer. Durante el recorrido yo iba disfrutando de la vista del mar, mientras hacía una armonía de champaña Pommery Pop rosé y una bandejita de quesos estonios.  Esta botella salía un poco del presupuesto porque cuesta 10 euros, pero me pregunto ¿Dónde tomaría champagne en Venezuela por menos de 100Bsf? (a cambio oficial por supuesto)

Al llegar a la capital de Finlandia me sentí un poco decepcionado, creo que desde niño me hice tantas expectativas con este país que finalmente sus paisajes y gastronomía no lograron cubrir lo que yo esperaba.

PROXIMA PARADA ¡LETONIA!

De Finlandia vuelvo en Ferri a Estonia, de ahí un bus me lleva a Letonia, en un recorrido que se me hizo corto, el cual estuvo marcado por la cara de extrañeza de otros viajeros que nunca habían visto a un venezolano en persona, y quienes no se imaginaban que los “indios” de Sudamérica podían ser de piel blanca, con cabello negro y además medir 1.90.

Ya en Riga me dispongo a visitar la Plaza del ayuntamiento con su Casa de las Cabezas Negras de fondo, paisaje que constituye la postal más vista de Letonia. Después de esta parada obligada, y de tomarme la foto respectiva,  el viaje toma un rumbo más gourmet cuando consigo el primer descubrimiento que me sorprende, estoy en el poco conocido país de Letonia, y sabía que eran productores de vino (al menos tienen un par de ellos). Me deleito con cada sorbo, es fresco de aromas a frutos rojos y algo de caramelo. En boca, me ocurre aquella sensación que se siente al probar algo completamente diferente a lo conocido, pero me agrada.

EN EL MERCADO LETÓN

Los viajes siempre dejan experiencias gastronómicas gratificantes y este recorrido culmina al entrar al mercado central de Riga (Capital de Letonia) mis sentidos se exaltaron, realmente nunca había visto algo similar. Todo muy organizado, con montones de puestos de productores y vendedores exponiendo sus productos. El mercado está dividido por pabellones, comienzas por pescados, luego hortalizas, uno más pequeño para carnes rojas, y finalizas con el gran salón del Pan dónde se exponen más de 200 tipos de preparaciones. Pero lo que me sorprendió más, ya que nadie me lo había comentado, fue la gran gama de mieles que se comercializan en el mercado Letón.
Contabilicé al menos unos 15 puestos de venta con más de 30 tipos de mieles y sus derivados. Nunca había tenido la oportunidad de estar en un país que apreciara tanto este producto resultado del trabajo de la abeja.

MI MEDALLA DE HONOR

El recorrido por el Báltico se convirtió en mi medalla de honor como mochilero, tanto por ser un recorrido poco usual como por la gran variedad de sabores que descubrí en este viaje. Nunca olvidaré mi experiencia en las repúblicas bálticas.

Sabores de Estonia a Letonia

 

EXCITANDO EL PALADAR

Gabriel Balbás

Mochilero gourmet

Twitter e Instagram : @gabrielBalbas

 

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