Prohibido informar

 

 

La solución de vender el sofá a la que acudió el cornudo ha sido superada. Un gobierno cuyo lenguaje es la guerra, el aniquilamiento y el exterminio de quienes disienten de sus proyectos y programas calificándolos de enemigos

 

Oswaldo Páez-Pumar

Invocando la falaz excusa de proteger a los niños y adolescentes la fiscalía solicita a un tribunal prohibir a El Universal la publicación de imágenes e informaciones, “con contenido de sangre, armas… y mensajes sobre muerte y decesos que puedan alterar el bienestar sicológico de los niños”.

La solución de vender el sofá a la que acudió el cornudo ha sido superada. Un gobierno cuyo lenguaje es la guerra, el aniquilamiento y el exterminio de quienes disienten de sus proyectos y programas calificándolos de enemigos, apátridas, traidores y golpistas está asombrado porque su prédica de odio se materializa todos los días en el número de cadáveres ingresados a la morgue. Ese hecho no lo alarma. La muerte de miles de venezolanos no es problema para un gobierno que encuentra “un seguro” en la inseguridad que vive la ciudadanía. El problema único es que se sepa.

Los niños y adolescentes pueden mirar la sangre y la muerte dentro de sus viviendas por una bala perdida, en la calle donde viven porque se produjo un ajuste de cuentas, o a su padre que trabaja como moto taxista porque un malandro muy bien armado se le antojó que tenía derecho a “expropiarle la moto”, porque así vio que lo hacía Chávez no con una moto, sino con una finca, con una empresa, acompañado de fuerzas militares muy bien armadas que toman posesión de bienes sin orden judicial, totalmente innecesaria cuando se tiene en la mano un arma capaz de producir la muerte.

Esa enseñanza no compromete el bienestar psicológico de los niños y adolescentes porque a esos niños y adolescentes se los necesita como generación de relevo de los colectivos armados, que el gobierno usa para reprimir cualquier manifestación donde los ciudadanos reclamen sus derechos conculcados por un régimen que se empeña en imponer un sistema de vida de carencias absolutas para el grueso de la población; y así poder administrardádivas a cambio del respaldo político, mientras los jerarcas “la nomenklatura” disfruta sin limitación de la riqueza del país.

El bienestar psicológico de los niños no es el objetivo sino la excusa. No se combate la causa, pero sí se busca ocultar el efecto. Por eso se persigue al disidente que denuncia, pero más el control de los medios de comunicación.

OPaezPumar@menpa.com

 

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