¡El control que nos cambia!

 

De seguir así cíclicamente tendremos nuevos mecanismos de cambio circunstanciales hasta llegar al inevitable colapso

 

Leandro Rodríguez Linárez

 

Lo normal es que el flujo interno de divisas en un país esté determinado por la cantidad de monedas extranjeras que entran a través de las exportaciones, es decir, por las ventas que el aparato productivo realiza a otros países, así como por otras actividades como turismo, remesas y pare de contra. Éste es el mecanismo normal, natural del cómo un país debe nutrirse internamente de divisas extranjeras, así todo aquel que las requiera para asuntos personales, profesionales o comerciales solo tiene que adquirirlas libremente en las  instituciones bancarias o de cambio públicas o privadas, incluso por medio de otras personas que las posea, sin más limitaciones que la capacidad adquisitiva que se tenga. Vale la pena resaltar que cuando una nación posee un fortalecido aparato productivo (industrias y empresas de todo tipo; pequeñas, medianas y grandes) la dependencia para con los dólares o cualquier otra moneda extranjera es infinitamente menor a una nación cuyo parque industrial y empresarial apenas existe, sencillamente porque produce de manera suficiente la mayoría de los productos que necesita, se autoabastece.

En Venezuela sucede lo opuesto, la producción nacional ha llegado a niveles críticos, existe una dependencia de importaciones promediada en un 80% por lo que la necesidad de dólares es feroz. Prácticamente las únicas divisas que entran es por la venta de petróleo, misma que es insuficiente para abastecer todas las exigencias nacionales, porque se debe comprar afuera desde los automóviles hasta el papel toilette, algo sencillamente preocupante. Por motivos de inestabilidad política e incertidumbre jurídica en el 2002 los poseedores de divisas comenzaron a llevárselas al exterior en búsqueda de mejor resguardo a sus capitales e intereses, por lo que el gobierno nacional tuvo que implementar el denominado “Control de Cambio”, mecanismo eficiente para frenar la hemorragia de capitales nacionales pero que solo es provechosa por cortos periodos de tiempo hasta que se corrijan las anomalías que ocasionan dicha fuga de divisas.

Ahora bien, históricamente y en cualquier lugar del mundo, los “Controles de Cambios” sostenidos en el tiempo generan pavorosas calamidades a las economías, a los pueblos, propiciando terribles focos de corrupción, como el que ocurre en nuestro país, donde por ejemplo se desaparecieron 25 mil millones de dólares sin existir un culpable, además de escasez, inflación y un mercado negro con precios de divisas exorbitados impulsando inexorablemente el alza en todos los precios empobreciendo a los venezolanos. Repetimos que estas costosas dolencias son  normales en naciones donde existen “Controles de Cambio “sostenidos en el tiempo, en Venezuela lleva 12 años, algo espeluznante. Lo lamentable es que aún no están dadas las condiciones para levantar el control, reina la misma inestabilidad política, la inestabilidad jurídica frente al temor de las expropiaciones, inestabilidad social ante el caos de inseguridad, altísimos niveles de intolerancia y confrontación, lo que ocasiona la inapetencia obvia de inversiones foráneas e incluso domésticas

¿Quién se atreve a invertir en un país con semejante riesgo de perder lo invertido? Lo que paulatinamente va mermando nuestras capacidades económicas nacionales ¡cada vez producimos menos! haciéndonos extremadamente dependiente de la importaciones. Por más mecanismos que se traten de implementar como Cadivi, Sitme, Sicad I y Sicad II solo son mecanismos paliativos que no son más exiguas respuestas a los dramáticos gritos de auxilio que da la economía y que jamás, óigase bien, ¡jamás! resolverán los problemas económicos reales.

De seguir así cíclicamente tendremos nuevos mecanismos de cambio circunstanciales hasta llegar al inevitable colapso. ¿Qué hacer entonces? Lo correcto es que cuando usted coma, beba, vista, conduzca o disfrute algo tenga la etiqueta  de “Hecho en Venezuela”, en criollo !ponernos a producir carajo! fomentar y fortalecer día a día el aparato productivo público, pero sobre todo el privado que es el que levanta a las naciones, ¡eso sí! De la mano de un Estado que vele eficiente y transparentemente por el cumplimento irrestricto de las leyes laborales y el pago de impuestos, así en vez de importar hacer todo aquí, generando empleos y todo tipo de productos criollos, dándole un certero tiro de gracia a la inflación, a la escasez, al desempleo e incluso a la delincuencia, flagelo éste último que se germina idealmente en economía deformadas como la existente hoy en Venezuela. Amigo lector, la única manera de “echar pa’ lante” es produciendo en Venezuela lo que los venezolanos necesitamos ¡más nada! lo demás es retorica, paja, engaño o sacrificantes controles de cambio que lo que hacen es cambiarnos la vida… para peor.

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