¿Maduro o tu?

El hecho de hacer infinitas colas para comprar un paquete de papel toilett habla de lo mal que estamos, tan mal que ni siquiera la también inusitada bonanza petrolera nos ha deparado hospitales equipados, tan pero tan mal que ni siquiera la harina para nuestro plato típico se consigue

Leandro Rodríguez Linárez

En un sistema político hay una carga de responsabilidad compartida; los gobernantes están en la obligación, entiéndase bien, obligación de solucionar los problemas así como propiciar día a día mejores condiciones para el pleno desarrollo individual y colectivo de las personas.

En segundo lugar, debe ser obligación de las personas exigir resultados a sus gobernantes, desde su espectro local hasta el nacional ¡sin aceptar excusas! solo así es posible incrementar paulatinamente la calidad de vida de las naciones. Sí analizamos nuestro sistema político actual nos encontramos con que en la última década algo funciona muy mal, en cuanto se viene gestando un inusitado así como acelerado deterioro general de la calidad de vida de los venezolanos, desde servicios públicos, carencia de empleos formales, encarecimiento de la vida, escasez de productos básicos, entre otros, lo que indica que ni los gobernantes ni los ciudadanos cumplen con sus roles, pero ¿Quién es el principal culpable?

Muchos pensarán que los responsables son los gobernantes, desde concejales hasta el presidente de la república, dicha aseveración no deja de ser cierta, pero cuando las malas gestiones se perpetúan en el tiempo los principales responsables pasan a ser los administrados, es decir, el pueblo, en cuanto es quien permite y acepta las malas gestiones. Lamentablemente nada puede inmunizarnos contra las malas gestiones, pero sí hay mecanismos tanto legales como de presión para revertirlas, sí no los aplicamos sencillamente los únicos culpables de las malas gestiones será el pueblo, por su indiferencia y resignación.

El hecho de hacer infinitas colas para comprar un paquete de papel toilett habla de lo mal que estamos, tan mal que ni siquiera la también inusitada bonanza petrolera nos ha deparado hospitales equipados, tan pero tan mal que ni siquiera la harina para nuestro plato típico se consigue, lo peor del caso es que gran parte de la sociedad sigue aceptando este tipo de gobernantes que han hecho de las excusas su principal gestión.

Para cambiar no debemos aceptar excusas sino resultados, no en cifras ni estadísticas, sino palpables; que no se dependa de ayudas gubernamentales para vivir, que la inseguridad e inflación sean imperceptibles, que podamos ir a cualquier abasto a comprar lo que necesitemos y encontrarlo, que nuestro salario nos alcance hasta para ahorrar, que los servicios públicos sean eficientes ¡eso sí sería un cambio! y solo se logra rechazando gobernantes que solo saben echar la culpa a otros.

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