El exjefe de gobierno Silvio Berlusconi se encuentra de nuevo en el ojo del huracán por sus declaraciones inoportunas y ataques a la justicia, con lo que infringe las reglas que debe respetar mientras purga su condena en un centro de asistencia para ancianos y discapacitados.
Berlusconi, de 77 años, condenado definitivamente en agosto a cuatro años de prisión por fraude fiscal, reducidos a uno gracias a una amnistía, debe comenzar en pocos días a cumplir su pena con trabajos en beneficio de la comunidad en lugar del arresto domiciliario, lo que le da mayor libertad de movimiento y de palabra.
El sábado pasado volvió a generar escándalo y críticas en toda Europa, y en particular en Alemania, al asegurar en un acto político que “los campos de concentración nunca existieron para los alemanes”.
No se sabe si Berlusconi, con esas arremetidas, rompe con las doce condiciones que suscribió con la justicia milanesa para aceptar una pena leve, que le obliga a ayudar tan sólo por cuatro horas, un día a la semana, a acianos y discapacitados.
El riesgo ahora es que lo envíen a cumplir la condena en detención domiciliaria, lo que según la prensa está evaluando la justicia.
Pese a ello, atacó a la magistratura, al presidente de la República, Giorgio Napolitano, “un rojo profundo”, a su adversario político y cómico antisistema Beppe Grillo, a quien tildó de “Hitler” y aseguró que ha sido víctima de “cuatro golpes de Estado” para derrocarlo.
“Este es el único país de Europa, en el que un condenado por la justicia a la cárcel puede realizar tranquilamente campaña política”, comentó por su parte en la radio uno de los ancianos del centro para ancianos que le asignaron en Cesano Boscone, localizado a las afueras de Milán.
Berlusconi fue condenado en agosto del 2013 por fraude fiscal en la adquisición entre 2000 y 2003 de derechos televisivos para su imperio audiovisual, el grupo Mediaset.
Agencias