
Los vecinos del Conjunto Residencial La Quinta, en la vía a El Paso, tienen tiempo que no pueden dormir tranquilos debido a la cantidad de ruidos molestos que genera el salón de fiestas y por las “barras de calle” en que se han convertido las vías internas de la urbanización.
En el caso del salón de fiestas el problema es de suma gravedad porque las rumbas nocturnas se extienden hasta la madrugada y la música la ponen a niveles tan insoportables que afectan la tranquilidad y el sueño de todos los vecinos; pero especialmente de las personas de la tercera edad y de los niños y niñas lactantes.
Se supone que el horario de las fiestas es hasta las 12 de la noche y el sonido de la música debe ser moderado; pero no se cumple con esa regulación, sobre todo desde los viernes hasta los domingos cuando las personas que trabajan usan los fines de semana para el descanso natural después de las jornadas laborales, que la mayoría las realizan en Caracas; y lo más lamentable es que el responsable del funcionamiento del salón es el presidente de una junta de condominio de uno de los 64 edificios que conforman el conjunto residencial; pero por motivos desconocidos no pone los controles necesarios.
“No estoy en contra del salón de fiesta, de hecho lo he utilizado un par de veces, lo que estamos pidiendo es que se controle el horario y se regule el nivel de la música”, detalló Sonia Gutierrez, vecina de las residencias.
La urbanización ya no es el lugar tranquilo y apacible de hace algunos años porque el desorden y la anarquía no es sólo por las molestias que causa el salón de fiestas sino que los estacionamientos y las calles internas están siendo usados como “barras” públicas hasta el otro día, por jóvenes residentes y de afuera; pero además, los que manejan el transporte escolar comienzan a tocar las cornetas desde la entrada hasta que buscan a los niños en las casas, igual que los taxistas que van a prestar un servicio.
“Quizás por la seguridad la gente siente que puede beber sin problema en plena vía, paran los carros, ponen música y pasan la noche desvelando a los vecinos”, indicó Virgilio Escobar.
Aseguran que lo más preocupante es que no hay ninguna autoridad que actúe para resolver el problema porque los vigilantes privados que prestan el servicio de seguridad interna se excusan diciendo que no es de su competencia poner orden en esa materia; pero ni Polimiranda ni Poliguaicaipuro realizan rondas nocturnas para persuadir a los rumberos; y a pesar de que La Quinta está en el cuadrante de seguridad número uno, que debe ser atendido por la Guardia del Pueblo, cuando se llama al 0416 9005246 nadie lo atiende.
Pero no solo en La Quinta las fiestas desvelan a la mayoria, en la urbanización El Trigo de la capital mirandina la situación se repite cada fin de semana. “Hay un par de casas en la zona de El Reten que arman fiestas con alto volumen toda la noche, por su ubicación (en la parte alta del cerro) el sonido se concentra en los casas ubicadas en la urbanización”, detalló Andrés Boscan, vecina de las residencias Andreina y Valentina.
Los habitantes de otros edificios como El Escorpión, Luisana y las casas de la calle principal son víctimas de quienes encienden la musica a las 7 de la noche y la apagan cerca del amanecer.
“Llamamos a Polimiranda y Poliguaicaipuro y nada (…) la anarquia de esta ciudad es total y no hay autoridad que ponga orden, que aplique multas, que enseñe a la convivencia ciudadana”, dijo Boscan.

¡Por favor apliquen la LEY!
Esta situación es materia de orden público y por tanto es violatoria de la Ordenanza de Convivencia Ciudadana del Municipio Guaicaipuro, en sus artículos 13, 14, 22, 23, y el 27; referidos al consumo de alcohol en lugares públicos y de generación de ruidos molestos que perturben la tranquilidad vecinal; y contempla sanciones leves y graves, que se hacen efectivas por el pago de gran cantidad de Unidades Tributarias; y por tanto el alcalde Garcés tiene competencia para poner orden y meter en cintura a los infractores.
Daniel Murolo – [email protected] / @dmurolo