
En la avenida La Hoyada, alrededor de 200 personas se lanzan a la calle para cruzar de un extremo a otro, resulta que no hay rallado peatonal, y quienes transitan por ahí deben arriesgarse a los cornetazos y conductores adictos a la velocidad e incluso funcionarios de la policía y Guardia Nacional que no respetan lo que antes podía llamarse rallado peatonal, así definido por las señales de tránsito.
Las motos y los carros hacen que esta avenida parezca una pista para drenar su euforia y pasión por la velocidad, sin tomar en cuenta la cantidad de niños y adolescentes que por ahí transitan, además de los adultos mayores que frecuentan la zona para hacer sus compras o trámites bancarios.
“Trato de esperar algún conductor respetuoso, amable que quizás quiera darme el paso, pero en definitiva todos son iguales, pretenden abalanzarse sobre uno sin importar la discapacidad física que tengamos, aunque ésta es visible”, declaró Carmen Páez, de 65 años, quién sufre de artritis y a veces debe caminar con bastón para ayudar sus movimientos.
El llamado es a los funcionarios, para que tampoco caigan en esta actitud hostil y anárquica que deja mucho que desear del rol que ocupan en una sociedad, además de crearse un proyecto que permita el tránsito sin riesgo de las personas que andan a pié.
Mayluth Mujica/ [email protected] – @mayluthmujica