¡Quién debe dialogar es el pueblo!

Leandro Rodríguez Linárez

Particularmente consideramos que el diálogo solo fue y ha sido útil para el gobierno central, mal que bien él fue quien lo convocó tras punzantes señalamiento de su férreo unilateralismo en la conducción del país, de su tozudez unicolor, pese a ello, los sectores políticos que le discrepan aceptaron sentarse y emprender esa gesta que ha culminado sin absolutamente ningún resultado favorable al país, hablamos del dialogo Gobierno-Mud.

Con esta faceta de intercambios de infecundas opiniones y sugerencias el gobierno ganó tiempo, dio una imagen al mundo de fachada democrática así como logró convencer a sus seguidores criollos de su presunta buena fe, es la MUD quien no obtuvo ningún laurel, a pesar de las advertencias de propios y extraños. Sin embargo, el gobierno continúa con sus diálogos selectivos, con varios sectores de la vida nacional quienes desesperados acuden al llamado tratando de encontrar una luz en medio de sus oscuridades. Es allí,  donde se descartan por completo cambios significativos en las políticas presidenciales ya tradicionales a lo largo de estos 15 años, el gobierno solo intenta pagar a cuenta gotas las innumerables deudas nacionales y extranjeras acumuladas los últimos años. Mientras tanto e increíblemente, los venezolanos hacemos vida “normal” yendo al trabajo, al esparcimiento, a nuestras casas de estudio, al comercio cómo sí aquí no pasase nada, pero comprar leche se ha convertido en un acto de heroísmo así como llegar a casa a salvo de la delincuencia.

Nos preguntamos ¿vale la pena que los propulsores y administradores del caos dialoguen en nombre de sus víctimas? Lógicamente ¡no! Entonces, se hace perentorio que seamos los venezolanos de a pie, los gobernados, quienes dialoguemos, quienes nos pongamos de acuerdo para exigir resultados que nos beneficien, porque los desmanes de hoy como la inseguridad, la inflación y la escasez nos afectan a todos por igual ¡a todos! menos a los gobernantes, paradójicamente, a los que quieren dialogar a nuestro nombre sobre problemáticas que no los afectan por su coraza de guardaespaldas y demás suntuosos privilegios pagados por el pueblo. Es el pueblo quien debe sentar cabeza y reflexionar acerca del rumbo que lleva el país, exigir inexorablemente se elimine la delincuencia, el alto costo de la vida, la carencia de productos básicos. Sí el pueblo no se pone de acuerdo en exigir soluciones definitivas a sus males los políticos seguirán “dialogando”… y el pueblo haciendo cola en abastos, mercados y morgues.

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