Síndrome posvacacional ataca de cara al regreso a la rutina

flojera
El estrés del ajetreo de la vida moderna genera trastornos

Algunos lo catalogan como la expresión más pura de la flojera; otros lo tildan de proceso de readaptación y unos más lo ven como la excusa perfecta para tomar unos días extras. Se trata del síndrome posvacacional, presente en muchas de las personas que la semana entrante retornarán a las aulas de clase y oficinas.

Cansancio, fatiga, ansiedad, irritabilidad, incapacidad para tomar decisiones, tristeza, poca tolerancia e incluso carga de agresividad, son algunas de las características de este padecimiento que algunos vinculan estrechamente al ajetreo producto de la vida moderna.

Todo empeora cuando se inicia la sesión en Facebook y se ven las fotos tomadas a la orilla de la playa, teniendo una gran comelona familiar o compartiendo con amigos que sólo se ven una vez al año. Pese a que se añora lo vivido, también es una manera de recordar que todo eso ha quedado atrás para darle la bienvenida a la rutina que promete instaurarse por varios meses más.

Más propensos a sufrir esta patología son quienes se toman un extenso período de descanso; los que en sus días libres no aprovecharon el tiempo para descansar, y aquellos que no tienen motivación laboral alguna, pero sí muchas exigencias y demandas a su retorno a un ambiente pesado, donde la armonía se presenta como una condición que solo reina en los capítulos finales de la novelas mayameras.

En tal sentido, Humbelina Robles Ortega, investigadora del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada, España, advierte que la vuelta a la rutina puede provocar síntomas tanto físicos (taquicardia, dolores musculares y estomacales) como psicológicos (sensación de vacío). “Normalmente, cuando el síndrome posvacacional -también llamado prelaboral- se manifiesta físicamente, no es más que una somatización de un malestar psíquico”, apunta.

Prevención como remedio

Como en toda situación, la prevención es la clave del éxito; así que para evitar caer en un estado que incluso puede convertirse en depresión, se pueden seguir unos simples consejos recopilados por varios expertos en el área.

Una buena medida para prevenir la aparición de este trastorno es fraccionar las vacaciones en lugar de tomar todos los días seguidos (en el caso del trabajo), a fin de que los cambios de hábitos no sean tan drásticos y la reincorporación no resulte traumática.

Tener “válvulas de escape”, es decir, aprovechar los fines de semana para planificar momentos gratos como ir a la playa, compartir con los amigos, visitar a los familiares, y en la semana, tras ir a estudiar o trabajar, mantener alguna actividad que sólo se suele hacer en los recesos como caminar por algún parque, subir El Ávila, leer el último libro del autor favorito, ir al cine, darse un gustico gastronómico o tener una escapada romántica con la pareja.

Pocos días antes de reincorporarse es recomendable retomar prácticas como acostarse a dormir temprano, dejar las salidas nocturnas para tomarse “alguito” con los panas, renunciar al “camaroncito” de la tarde y al trasnocho viendo películas, a fin de tener una vuelta progresiva a la cotidianidad.

Siendo la actitud un factor clave en la superación de todo problema que se presente en la vida, expertos recomiendan “evitar darle demasiada importancia” a este malestar y afrontar la vuelta al trabajo “como una nueva etapa llena de otros momentos gratificantes” que incluye retomar contacto con buenos compañeros y amigos con quienes se pueden inventar salidas agradables y ajenas a los conflictos que suelen suscitarse en la oficina.

Otra medida interesante es una vez situados en el puesto de trabajo comenzar de manera gradual, siendo conscientes de que el rendimiento irá creciendo en un par de días. Es recomendable integrarse a la actividad profesional cuanto antes y si se puede, apoyarse con una buena dosis de comunicación con los compañeros, algunos de los cuales tal vez estén pasando por la misma situación.

En el caso del trabajo, no suele ser bueno comenzar un lunes porque agrava la situación de crisis. Se debe procurar el retorno un día diferente de la semana a propósito de reducir el impacto psicológico.

Estado anímico

Para muchos el síndrome posvacacional no es más que un estado de ánimo, por lo que no puede ser considerado enfermedad o depresión. Incluso, muchos lo comparan con la sensación de trabajadores y estudiantes los lunes, cuando tras el fin de semana libre deben aceptar nuevamente su situación, lo que no requiere una visita al médico o tratamiento farmacológico.

En tal sentido, expertos de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) hablan de “no considerar las vacaciones como la solución a todos los problemas y no buscar la felicidad durante ese período, sobre todo mentalizarse de que también se puede ser feliz trabajando”.

Como decía Voltaire con respecto al trabajo: “Es una forma de ganarse la vida, es el antídoto del ocio, origen de todos los vicios; y sobre todo, nos proporciona la oportunidad de ser útiles a la sociedad a la que pertenecemos”.

 Johana Rodríguez – jrodriguez@diariolaregion.net/@michellejrl

 

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