Tras las rejas. Así viven los vecinos de la calle principal de La Macarena, donde los atracos están a la orden del día por parte de motorizados foráneos que tienen “de sopita” a los residentes que se han visto en la obligación de invertir para blindar sus hogares.
“Antes un grupo de vecinos caminábamos por la urbanización para hacer ejercicio, pero esa práctica tuvo que erradicarse porque llegan los malandros en moto a quitar desde carteras hasta celulares”, refirió Maritza Alcántara, quien lleva 44 años residiendo en la otrora tranquila comunidad de Los Teques.
Su denuncia toma fuerza al dar un recorrido por la zona y notar que no hay casa sin rejas. Incluso, hay quienes han ido más allá e instalaron costosas alarmas e incluso sistemas de circuito cerrado para echar un ojo antes de sacar el carro.
“Nuestra principal debilidad es que conectamos con el barrio Arnaldo Arocha, La Matica y La Panamericana, entonces se les hace muy fácil a los malandros tanto entrar como huir tras cometer sus fechorías”, explicó Jhon Canino, quien refirió que “ante la carencia de patrullaje policial cada quien busca la manera de protegerse, lo que se traduce en dinero”.
Trocha permanente
Pese a que la inseguridad se ha convertido en el principal dolor de cabeza de estos residentes, hay otros problemas que también les atormentan. Tal es el caso del asfaltado. “Tenemos varios meses con una trocha para acceder a la urbanización porque un bote de agua hizo que el asfalto se socavara. Lo rellenaron con tierra para restablecer el paso vehicular pero están pendientes los trabajos”, denunció Julián Duarte, residente.
— Durante unas semanas se vieron obreros trabajando por allí, pero con el cuento de la escasez de materiales de construcción se desaparecieron. Mientras aguante ese pañito de agua caliente así lo dejarán porque en este país no actúan a menos que se caigan a pedazos las cosas.
Agua puntual
Aunque en La Macarena no están ajenos al plan de racionamiento de agua que desde hace varios meses viene aplicando Hidrocapital, moradores consultados coincidieron en señalar que ha sido muy ordenado. “Tenemos un cronograma que se cumple a cabalidad, por lo que muchas personas como yo programamos día de lavado de ropa”, explicó María Aristimuño.
-Afortunadamente muchas personas por acá contamos con tanques, por lo que muchas veces ni nos enteramos cuando falta el agua.
Agradeció que el plan se ejecutara cabalmente. “Cuando dijeron que iban a racionar pensé de inmediato que pasaríamos las de Caín, pero afortunadamente se han manejado muy responsablemente”, añadió.
Aseo no está al día
Las deficiencias en la recolección de desechos ha llevado a los habitantes a pagar un dinero extra a otras personas que se encargan de buscar la basura en las puertas de las casas y trasladarla hasta un vertedero.
“Uno paga una tarifa de aseo, y sea baja o alta, todo suma”, refirió Moraima González, quien a través del portón de su casa respondió las preguntas del equipo reporteril, tal y como lo hicieron los otros entrevistados.
-En esta urbanización se ha mantenido la calidad de vida por el tipo de gente que vivimos aquí, porque de lo contrario ya estaríamos sumidos en montañas de basura y estuviera todo en estado deplorable.
“Aquí cuando algo no funciona nosotros buscamos la manera de resolver para vivir en armonía y mantener el encanto que nos atrajo a quienes compramos y construimos por aquí”, añadió.
Johana Rodríguez – jrodriguez@diariolaregion.net/@michellejrl