Ciudades socialistas: simbolos de caos y anarquia

Tengo la certeza de que actualmente un considerable porcentaje de venezolanos tienen un concepto confuso, y hasta negativo, sobre el proceso de descentralización política y administrativa que comenzó en 1.989 en el país con la elección directa de gobernadores y alcaldes y cuyo objetivo fundamental era desburocratizar los procedimientos para solucionar problemas comunitarios inmediatos, que antes resolvía el poder central; y estoy convencido de que esa tendencia comenzó a hacerse evidente desde hace 15 años, por el mal desempeño gubernamental de autoridades regionales y locales identificadas con la autollamada revolución socialista porque sus representantes no han dado la talla.

No creo que sea casualidad que todos o casi todos los espacios político-territoriales donde gobiernan autoridades vinculadas al Gran Polo Patriótico luzcan una apariencia física y administrativa que es el símbolo irrefutable del caos y de la anarquía; pero no sólo ha sido por la ausencia de una rigurosa planificación urbanística, falta de controles de situaciones irregulares o el manejo ineficiente y doloso de recursos financieros sino, también, por la implementación de un populismo irresponsable que pretende evitar la pérdida de apoyo electoral y político, especialmente en temas “rudos” donde se requiere mano dura para imponer orden como en la economía informal, las invasiones o el “vivapepismo” de algunos motorizados.

En el caso de los 21 municipios de Miranda, basta con comparar la calidad de vida de los habitantes de los “capitalistas” Baruta, Chacao, el Sucre actual de Ocaríz, El Hatillo, Carrizal y Los Salias para establecer las diferencias con los que viven en Guaicaipuro, los seis de los Valles del Tuy, los seis de Barlovento o los dos del eje Plaza-Zamora, cuyos alcaldes son “socialistas”.

Sin embargo, en los altos mirandinos la diferencia es más pronunciada cuando se contrasta la realidad de los municipios Los Salias y Carrizal, gobernados por “el capitalismo salvaje” de Josy Fernández y José Luís Rodríguez , con el Guaicaipuro del “socialista” Garcés porque antes del año 2.000 cuando fue electo su camarada Salmerón aquí no había problemas con la recolección de la basura ya que la empresa Fospuca cumplía con un servicio eficiente aunque un pelo costoso, pero ahora los barrios, urbanizaciones, caseríos y pueblos foráneos están llenos de basureros improvisados; los trabajadores informales no pasaban de 100 y ahora hay cerca de 2.000; el tráfico vehicular era controlado por los “honguitos” de la policía municipal y ahora es un infierno; la vialidad urbana tenía mantenimiento permanente y ahora está vuelta leña, las invasiones eran atacadas a tiempo y ahora son “normales” y éramos uno de los municipios más seguros del estado Miranda y pasamos a ser uno de los más violentos.

Garcés, el caos y la anarquía en Guaicaipuro lo inició tu camarada Raúl Salmerón, lo continúo Alirio Mendoza y tu vas por el mismo camino; y no como dijiste hace poco que el maltrato y abandono obedecía al “capitalismo” de los alcaldes demócratas de antes del año 2.000; pero lo más deplorable es que pareciera un patrón planificado y premeditado para construir “ciudades socialistas”, donde “vivir bien” sólo sería posible con un cambio radical de gobiernos regionales y locales donde ustedes “gobiernan”.

UN TIGRE INDEPENDIENTE. Durante varios años tuve el privilegio de ser miembro de la Dirección Nacional de Copei cuando Eduardo Fernández era su Presidente y César Pérez Vivas, el Secretario General; y además de compartir opiniones y criterios en intensos debates con “El Tigre Fernández”, pude constatar la fortaleza de su compromiso ideológico con la doctrina socialcristiana y con la organización en la que militó por cerca de 50 años; por eso me causó una penosa sorpresa cuando el pasado sábado anunció que había renunciado a su militancia copeyana por diferencias con el actual Presidente Nacional de Copei, Roberto Henríquez. No voy a emitir juicios de valor sobre esta diatriba entre ellos porque ambos siguen siendo mis dos grandes amigos y porque en su carta de renuncia, “El Tigre” no profundizó en los detalles de esas “diferencias”; pero al margen de su ahora independencia política, Eduardo es uno de esos intelectuales y políticos que pudo y debió ser Presidente de Venezuela, especialmente en los actuales momentos de tanta crisis generalizada por la que atraviesa el país porque desde el Centro de Estudios Políticos Ifedec tiene décadas estudiando nuestra realidad y ha elaborado un programa de propuestas con planteamientos concretos para lograr la Unidad Nacional, en el mediano plazo. Lamento en lo personal que “El Tigre” ya no sea copeyano, pero como venezolano estoy absolutamente convencido de que este país podrá contar con sus conocimientos y con su voluntad para que cambie de rumbo por la vía constitucional. Eduardo es un guerrero y seguramente lo veremos en otras trincheras de lucha, pero siempre del lado de la Democracia.

UN “ROSARIO” DE PROBLEMAS. Las 80 familias que viven en Residencias “El Rosario”, de la avenida Bolívar de Los Teques, jamás pensaron que dos obras importantes para el desarrollo del municipio se podrían constituir en la fuente de sus tormentos. Me cuenta el buen amigo Arnaldo Daall que tienen la terrible contradicción de estar al lado del Palacio del Deporte, que construyó el gobierno “capitalista” de Freddy Martínez, y al frente de la Estación “Guaicaipuro” del Metro, de reciente inauguración; porque desde tempranito en las mañanas y hasta entrada la noche, incluso los fines de semanas, en la instalación deportiva pareciera que no existen normas de control para los que acuden a realizar sus entendibles y justificadas actividades porque entre los gritos de los que practican las diferentes disciplinas y la música a todo volumen, hacen imposible que los vecinos puedan dormir, descansar o pasar un rato agradable en sus casas y hasta a los trabajadores de la alcaldía que laboran allí se les complica cumplir con sus funciones públicas; pero además, en las madrugadas en la estación del Metro se activa una especie de alarma de guerra que los hace despertar con sobresaltos y asustados. Por cierto, que en el Palacio del Deporte pareciera que no les interesa entrar en “la banda verde” que promueve el gobierno nacional para ahorrar electricidad porque las luces las dejan encendidas durante todas las noches y los fines de semana.

Sergio Graffe / Politologo

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