¡No a la impunidad!

 

 

Serra, como muchos otros, fue blanco de persecución y muerte por defender la patria; los ideales bolivarianos y los derechos de los desposeídos. Así, pretenden callar sus voces pero no lo logran

 

José Gregorio González Márquez

 

 

La impunidad que reinó durante los cuarenta años de la democracia representativa, no permitió castigar a los asesinos de tantos camaradas que cayeron asesinados por la derecha venezolana. Miles de desaparecidos y ajusticiados aún no consiguen justicia. El asesinato selectivo que se aplicó en Venezuela siguiendo las instrucciones de la Escuela de las Américas, marca aún la historia política del país. Entonces se promovía el terrorismo de estado.

Los asesinatos de Robert Serra y su compañera María Herrera tienen todos los visos de un crimen político con el agravante que señala la saña con que se realizaron. Este hecho vulnera la moral de un pueblo que se ha caracterizado por vivir en paz. Sin embargo, muchos opositores intentan crear un clima de zozobra e intranquilidad buscando generar una guerra civil. Los líderes de la oposición poco hacen por condenar la violencia; permanecen bajo un silencio cómplice sin importarles las consecuencias que acarrearía una confrontación entre ciudadanos.

Serra, como muchos otros, fue blanco de persecución y muerte por defender la patria; los ideales bolivarianos y los derechos de los desposeídos. Así, pretenden callar sus voces pero no lo logran. Envían mensajes de terror para amedrentar y terminan fortaleciendo el proceso revolucionario. Los mártires permanecen ligados a la historia de los pueblos. Por más que  intenten borrarlos, permanecen en el corazón del colectivo, en el alma de la gente.

Pedimos justicia para los mártires que han quedado sembrados en el camino. La derecha fascista que hoy se opone a la Revolución Bolivariana es la misma que en cuarenta años masacró a miles de venezolanos. Estamos convencidos que los fascistas no tienen piedad; su objetivo es asumir el poder por la vía violenta. La identificación de los asesinos y su captura merecen el reconocimiento de Venezuela; pero no debe quedar allí, se hace necesario someter a los autores intelectuales de este macabro crimen. Cuando se acabe la impunidad se derrotarán definitivamente los planes golpistas de la oposición apátrida.

 

 

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