Garcés, un alcalde efectivo sólo para aumentar impuestos

Los 5.250 contribuyentes que desarrollan alguna actividad económica en Guaicaipuro fueron sorprendidos en enero con el “madrugonazo” de pagar un irracional y desproporcionado aumento de los impuestos municipales de este año en base a una ordenanza que fue aprobada el pasado diciembre, “entre cantar de gallos y de grillos”; porque a pesar de que la declaración de los ingresos brutos la están realizando según el rendimiento productivo del 2.014, tendrán que cancelar las alícuotas y el mínimo de Unidades Tributarias (UT) sujetos a una norma sobrevenida que entró en vigencia a partir de enero de este 2.015 y que, además, amplía los criterios sobre ilícitos tributarios para imponer multas superiores a las anteriores.

El alcalde Garcés solicitó urgencia legislativa a la cámara municipal para la Ordenanza de Impuesto Sobre las Actividades Económicas de Industria, Comercio, Servicio o de índole Similar y Emisión de Licencias por Autorización de Ejercicio de Actividades Económicas; la cual le fue aprobada por los 10 concejales del Gran Polo Patriótico el 22 de diciembre pasado, cuando los guaicaipureños estaban dedicados a celebrar La Navidad y esperando el Año Nuevo; lo que indica que hubo un secretismo alevoso en este acto legislativo, cuya norma resultante derogó la anterior ordenanza del año 2.006 sobre la misma materia.

Hice un detallado estudio comparado de ambas ordenanzas y del Clasificador de Actividades Económicas para precisar el nivel de aumento de impuestos en las áreas de mayor impacto en la población; y detecté que hubo una considerable subida de alícuotas y de UT, que van desde un 50% hasta un 400% en mataderos de pollo, abastos pequeños, supermercados, farmacias, carnicerías, ferreterías, restaurantes, clínicas, colegios privados, fuentes de soda, areperas, funerarias, panaderías, zapaterías, cyber cafés, transporte público urbano, líneas de taxis, estacionamientos y hasta de licorerías.

Los expertos en materia tributaria recomiendan que antes de aprobar una ordenanza impositiva, primero se debe realizar un estudio general del contexto económico donde sería aplicada y lo racional es establecer una prudente y convenida vacatio legis para que los contribuyentes se puedan adaptar a la nueva modalidad de pago para evitar la evasión fiscal, el cierre compulsivo de negocios pequeños o la desinversión privada; y por estas razones me parece una absoluta inmoralidad que un municipio deprimido en su productividad industrial y comercial y que padece graves problemas de inseguridad, de recolección de basura y de deterioro de la vialidad urbanas, se aumente la carga tributaria sin considerar la depresión económica del país y los altos niveles de inflación; porque lo más probable es que este año suba el monto de la UT, con lo cual aumentarían aún más los impuestos y se harían impagables, con las consecuencias que ello supone para sanidad de las finanzas municipales.

Por cierto, que el pasado 2 de febrero apareció una entrevista en un diario local en la que el alcalde Garcés le confiesa a la prestigiosa periodista Yasmin Devesa que “esta modificación fiscal estuvo en estudio durante todo el 2.014”; lo que indica que está consciente del impacto negativo que está causando; pero como a Garcés no se le conoce residencia oficial ni actividad económica en Guaicaipuro, se puede dar el tupé de aumentar y cobrar unos impuestos que él no paga; y lo más grave es que existe una agenda legislativa para aprobar otras ordenanzas impositivas este mismo año como la de catastro, entre otras.

“SOY CHAVISTA, PERO NO MADURISTA”. Como Politólogo, no me causa sorpresa el progresivo desencanto que están experimentando las bases chavistas con Maduro por su mal desempeño presidencial; porque cuando comparan la calidad de sus discursos, el carisma y liderazgo de cada uno, sus capacidades recursivas para salir de situaciones comprometidas o el carácter de ambos para tomar decisiones cruciales, la conclusión inevitable a la que han llegado es que “Maduro no es Chávez” y que el legado ideológico del difunto comandante está en franco riesgo de desparecer porque su “hijo” no ha sido el heredero que esperaban. Este proceso de desamor tiene distintas formas de expresión, pero la más común es “soy chavista, pero no madurista”; y lo más probable es que un alto porcentaje de los que pasan por esa fase de autocrítica ideológica decida abstenerse de votar por los candidatos de Maduro en las elecciones parlamentarias de este año o lo hagan por otros. Este proceso está sucediendo en niveles alarmantes para el oficialismo y no sería extraño que en plena campaña electoral haya anuncios públicos de renuncias masivas a un proyecto que fracasó y que generó frustraciones profundas e irreversibles. La Unidad debe poner a prueba su madurez política y abrir espacios de respeto y tolerancia para reincorporar esta disidencia a la lucha social porque es una ruta para consolidar la mayoría opositora en el país y cuyo escenario más inmediato son las elecciones para la Asamblea Nacional, porque muchos son dirigentes comunitarios con liderazgo comprobado.

LA IMPORTANCIA DE LAS PRIMARIAS. No tengo dudas de que la realización de elecciones primarias tanto en La Unidad como en el Psuv para escoger a sus respectivos candidatos a la Asamblea Nacional será un chorro de aire fresco que oxigenaría las venas democráticas de ambas expresiones políticas y que serían una poderosa forma de reactivar un considerable apoyo de sus seguidores naturales; pero además ayudarían a motivar la participación electoral porque las primarias son apoyadas por más del 90% de los electores del país y, también, eliminarían las obsoletas imposiciones cupulares. Es verdad que se trata de un proceso que puede ser limitado por exigencias financieras, organizativas y logísticas; y aunque lo ideal es que se puedan realizar en la mayoría de los casos, lo que sería una imperdonable estupidez política es que un factor imponga a un candidato en el mismo circuito electoral donde el otro eligió a su rival mediante primarias; o que sólo se convoquen donde existe la certeza de la derrota, con el objetivo de montar un “parapeto” de democracia interna que generaría un rechazo total porque un circuito ganado se pudiera convertir en uno perdido.

Sergio Graffe

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