El “golpe” de la temporada

 

Se dirá, y con parte de razón, que se trata de un “trapo rojo” para desviar la atención sobre la catástrofe socio-económica

Fernando Egaña

La competencia es ardua para ver quién es más dañoso para Venezuela, si Nicolás Maduro o Diosdado Cabello. Pareciera que en esta carrera están nivelados. No sólo no hacen nada constructivo para los intereses del país, sino que no permiten que nadie lo haga. Tienen secuestrado el poder y sólo son competentes para abusar del él. La nación está sumida en una mega-crisis política, económica y social, y a ellos no se les ocurre nada más original que volver a denunciar otro supuesto intento de golpe de estado, esta vez encabezado, nada menos, que por dirigentes políticos de la oposición, como Julio Borges, acaso uno de los más constantes en la lucha democrática, cívica, pacífica y electoral.

De este tipo de ejecutorias el oficialismo es experto. Y no me refiero sólo a las tentativas de golpe militar, sino a utilizar el tema como medio de propaganda y manipulación política, sobre todo cuando las circunstancias aprietan duro, como consecuencia de los desmanes y tropelías de la hegemonía roja. Junto con el “magnicidio”, el presunto “golpe” ha sido el expediente más manoseado de estos años; a veces juntos, a veces por separado, pero nunca faltan los referidos temitas en la palestra de la comunicación oficial. En esta oportunidad, por cierto, la notoria credibilidad del alcalde Jorge Rodríguez se suma a la cuestión.

Se dirá, y con parte de razón, que se trata de un “trapo rojo” para desviar la atención sobre la catástrofe socio-económica. Hay realidades asociadas a la masiva corrupción de los principales personajes de la hegemonía, que también buscan ser disimuladas por sus protagonistas. Desde la súper devaluación del Simadi hasta las sospechosas operaciones bancarias en Suiza, pasando por las reiteradas denuncias de narco-política, hay bastantes materias de qué dar cuenta, y ni hablar de la creciente escasez, penuria, carestía e inseguridad que acosan al conjunto de los venezolanos.

También se dirá, y así mismo con parte de razón, que la situación de las Fuerzas Armadas debe reflejar la mega-crisis venezolana, y máxime cuando la retórica y la práctica del poder establecido han sacralizado el golpismo, por una parte, y lo han banalizado, por la otra. El predecesor y sus sucesores, Maduro y Cabello, siempre han estado alabando sus propios golpes y siempre han estado denunciando golpes de todos los demás, del imperio, de la vecina república, de todos los ámbitos opositores y hasta del más allá. Todo lo cual no hace sino profundizar y extender los problemas en el campo castrense.

Una enésima evidencia de lo mal que está el país, es esta actuación en desarrollo de sus mandones. Siempre se están superando a sí mismos en irresponsabilidad y en capacidad de hacer daño. Daño al patrimonio nacional, daño a su cultura democrática, daño a sus posibilidades de desarrollo, daño a su presente y a su futuro. El “golpe” de la temporada confirma lo señalado y pone de manifiesto, nuevamente, que la hegemonía está dispuesta a lo que sea, con tal de seguir su patrón despótico y depredador.

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