De cada 10 criollos 6 hacen fila para comprar productos básicos

Los días de descanso ya son parte del pasado de los tequeños, por lo que los trabajan en la semana aprovechan el fin para andar de cola en cola y llevar los productos de primera necesidad para toda la semana
No importa cuán apurada vaya una persona: si llega mercancía a supermercados, abastos y perfumerías los peatones se forman con la esperanza de llevarse, el menos, una unidad

Las puertas de un supermercado en el centro comercial La Cascada no habían sido abiertas la mañana de este lunes, cuando una larga cola se apreciaba en sus afueras, porque, según algunas amas de casa consultadas, escucharon que llegó detergente en polvo, azúcar y harina de maíz precocido.

Y es que a la escasez y la inflación reinante, se le suma la desinformación. “Nadie sale a avisar qué van a vender ni en qué cantidad por persona. Ya me ha pasado que me meto a una fila dejándome llevar por un comentario y cuando entro al local están vendiendo otra cosa que generalmente no necesito, pero para justificar el tiempo perdido, compro”, confesó Mariela Jaspe, vecina de José Manuel Álvarez, Carrizal.

–Por la cercanía de mi casa, paso todos los días a ver qué llega y si hay gente afuera me sumo porque sé que ha llegado algo de interés. Si estoy muy apurada y no quiero arriesgarme a hacer cola por gusto, comienzo a ojear las bolsas de quienes van saliendo o le pregunto a los vigilantes, pero la segunda opción se ha vuelto muy temeraria porque la gente cree que uno se va a colear y se altera.

Sin distingo

El testimonio está lejos de ser el único. Según el más reciente estudio de la asociación civil Alianza Nacional de Usuarios y Consumidores (Anauco), 6 de cada 10 venezolanos hacen cola para conseguir alimentos, lo que refleja los altos niveles de desabastecimiento.

La afirmación no toma por sorpresa a los compradores que deben protagonizar viacrucis diarios para acceder a productos básicos, pasando desde un kilo de pollo regulado, hasta un paquete de toallas sanitarias.

“Me parece insólito tener que recorrer no menos de cinco supermercados para dar con un kilo de carne que ni siquiera es regulada ni de la mejor calidad”, se quejó Carmen Guilarte, vecina de Los Teques, quien asegura que la situación afecta por igual a quienes viven en grandes quintas como quienes suben el cerro todos los días.

–Me da dolor de cabeza cada vez que tengo que ir a hacer mercado porque sé que no voy a encontrar lo que estoy buscando y lo poco que halle me saldrá muy costoso. Muchas veces saco la cuenta y sale más barato comer en la calle que preparar los alimentos en casa. Por ejemplo, cerca de mi trabajo venden un menú en B. 175, trae pollo, arroz, ensalada y papitas fritas; aparte de ahorrarme el tiempo de preparación, no tengo que hacer cola para comprar cada ingrediente porque no se encuentra pollo ni papa con facilidad y cuando llega a los negocios es bien caro.

Adiós dietas

Quienes acostumbraban seguir estrictos regímenes de alimentación han tenido que ingeniárselas y en otros casos desistir, pese a los efectos adversos que genera en la salud.

“Cuando uno dice la palabra dieta muchas personas se limitan a pensar en el físico. En mi caso padezco diabetes y debo guiarme por recomendaciones alimenticias médicas, pero de un año para acá se me ha hecho muy complicado; no consigo los edulcorantes y cada vez se consiguen menos productos libres de azúcar”, explicó Marcos Rodríguez, habitante de San Antonio de los Altos.

–Antes comer sano era más económico, pero resulta que ahora una manzana no se consigue por menos de 85 bolívares; las legumbres y hortalizas también suben de precio cada semana y comprar pollo o huevo se ha convertido en una exquisitez.

Rodríguez añadió que tratar de sustituir ingredientes resulta aún más frustrante. “Antes uno si no tenía para el pollo optaba por comprar un par de latas de atún, pero ahora la más barata está por el orden de los Bs. 85 y una alcanza para una boca; en cuanto a las marcas hay que rezar por encontrar lo que traigan, sea o no reconocida y agradecer que el Gobierno tuvo la delicadeza de dejar importar”.

–Por el camino que vamos llegará el día, no muy lejano, cuando tengamos dinero en el bolsillo, no porque controlen la inflación, sino porque no habrá absolutamente nada que adquirir. Será entonces cuando reaccionemos de esta especie de hechizo en el que parece hemos caído los venezolanos y dejemos las benditas colas para luchar para recuperar el país que teníamos y no supimos apreciar.

Johana Rodríguez – jrodriguez@diariolaregion.net/@michellejrl

Salir de la versión móvil