Carta abierta a Marianella Salazar

Es sumamente alarmante ver cómo algunos profesionales, que manejan grandes matrices de opinión y por ende tienen una elevada responsabilidad en el campo de la comunicación, alimentan concepciones erradas sobre el nacionalismo y su vinculación con el régimen despótico que se impone en Venezuela.

Es muy probable, como a menudo sucede, que el desconocimiento pueda causar cierto temor hacia procesos culturales, históricos y antropológicos absolutamente reales y normales. En primera instancia, quiero aclarar que desde el año ’58 hasta nuestros días jamás ha habido vocación nacionalista alguna en nuestro país. Lo anterior se debe a un hecho muy concreto: los comunistas (o todos aquellos que se alimentaron de la doctrina marxista; cosa que aconteció con todos los dirigentes políticos del país) no creen ni sienten vocación por la Patria, y no respetan el sentimiento de la Nación. Tanto en su panfleto doctrinario -el Manifiesto del Partido Comunista– como en Ideología alemana, Marx y Engels enfatizan que «los obreros no tienen patria».

Con esta sentencia se establecen las bases para una de las principales características de todos los movimientos políticos descendientes del marxismo original: su internacionalismo; aspecto éste que choca y se contrapone a los valores de toda nación.

El nacionalismo funge como marco referencial de la cultura y los valores de los pueblos, cohesionando a sus integrantes. Las conductas y los comportamientos sociales tradicionalistas emanan de allí. A través de ese sentimiento los ciudadanos se identifican y se reconocen como miembros de una comunidad política. El hecho de sentirse acomunados y hermanados, no atenta en contra de la individualidad de cada ser integrante, de sus capacidades, aptitudes y méritos. La valoración de esa pertenencia hace que todos los esfuerzos se enfilen hacia el desarrollo del País, para sentir así orgullo del gentilicio, de la nacionalidad; para, en pocas palabras, volver a sentir el orgullo y la alegría de ser venezolano.

Resulta imprudente afirmar que el nacionalismo maneja una gran falsedad por tener como uno de sus pilares la identidad de un pueblo, o, mejor dicho, la Identidad Nacional. Este importante elemento no es un concepto metafísico, altisonante, ni mucho menos vacío, como usted señala, pues no existe ninguna nación en el mundo que haya alcanzado altos grados de desarrollo humano sin antes haber cultivado su identidad y su espíritu nacional. Lo que usted pretende decir en referencia a la apelación a la identidad nacional por parte del chavismo, ha sido justamente el contraargumento perfecto: el arbitrario encasillamiento y la grosera falsificación de períodos históricos, en detrimento de otros, es un hecho propagandístico que ha logrado el efecto contrario al potencial nacionalista. El fenómeno en cuestión ha hecho brotar resentimientos para así enfrentarnos unos con otros y odiarnos, precisamente para que no tengamos Identidad Nacional.

El nacionalismo no lleva consigo malas intenciones, ni necesita de enemigos, ni zafarranchos para que un grupo sobreviva -según como usted lo califica-; esto en virtud de que el nacionalismo une y compacta a los ciudadanos en torno al país y su realización. En el nacionalismo no hay preeminencia de un grupo sobre otro, no existen minorías ni mayorías, pues esos dos conceptos son totalmente excluyentes y nocivos para la prosperidad de la Nación. Si al caso vamos, es el marxismo el que teoriza y luego fomenta enemigos imaginarios y luchas espurias (como la lucha de clases), dentro de la Nación, para destruirla.

Es incongruente que usted se dirija al chavismo categorizándolos como nacionalistas. Enumeraré algunas de las razones que hacen obvia a la denuncia de tal incongruencia, refiriéndome al régimen:

Es evidente el nulo amor a la Nación venezolana, y la gran tendencia internacionalista y traidora que porta este régimen en sus entrañas.

El Nacionalismo Venezolano se propone como la alternativa política que necesita Venezuela para salir de la terminal decadencia. El país necesita recuperar el amor hacia sí mismo, un sentimiento que siembre y eleve la conciencia de los ciudadanos sobre los pilares de la responsabilidad, y el sentido del deber y del respeto. Venezuela exige y merece un mejor destino.

[En respuesta al artículo «Los “huelepega” nacionalistas», publicado el 25-03-2015 en el diario El Nacional]

Venezuela quiere ORDEN

 Por @NelsonRZ33 de @OrdenVenezuela

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