Largometraje venezolano desvela los rostros invisibles del suicidio

Imagen del film. Foto Cortesía Ivic
Realizan pre-estreno en el país de ”El silencio de las moscas”

 

Repentinas, inexplicables y sumamente dolorosas. La gran mayoría de las muertes voluntarias suceden con discreción y son escasos los estudios que buscan analizar en profundidad sus causas y sobrellevar sus consecuencias, en particular entre las familias afectadas que sufren con disimulo y claman respuestas.

Una situación similar ha estado ocurriendo en una comunidad rural de los páramos del estado Mérida, donde las tasas de suicidios en 2006 eran diez veces superiores a las registradas en Caracas y casi el doble de las observadas en Japón. Más de seis años de autopsias psicológicas en la cordillera andina fueron condensados en los 92 minutos del largometraje documental El silencio de las moscas (2013), escrito y dirigido por el investigador del Centro de Antropología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic), Eliézer Arias.

La cinta de corte etnográfico cuenta la historia de dos mujeres, Marcelina Becerra (48) y Mercedes Millán (56), vecinas de localidades agrícolas de los municipios Rangel y Pueblo Llano con un pasado común: sus hijas adolescentes cometieron actos de suicidio el mismo año.

Durante su pre-estreno en Venezuela -hecho recientemente en el Ivic-, Arias aseguró que este fenómeno es multidimensional y debe ser atacado de esa manera. “Médicos, psicólogos, artistas, maestros, filósofos, cada uno desde su área debe dar sus aportes. En este tema todo es incomprendido, es una bomba de tiempo, no hay conclusiones definitivas y tampoco una política de salud mental dirigida a los habitantes de la zona”, dijo.

Según el antropólogo del Ivic, la población rural tiende a mostrar una actitud de estoicismo hacia la muerte distinta a lo que una persona de ambiente urbano puede manifestar. “En el páramo merideño la cohesión social es muy fuerte, pero también hay normas de comportamiento muy rígidas que suelen imponerse y que frustran, principalmente, a los más jóvenes”, dijo.

De hecho, la frecuencia a quitarse la vida se repite en otras latitudes de la ruralidad latinoamericana, caracterizadas por el aislamiento geográfico y el respeto hacia las tradiciones predominantes en Mérida. Tal es el caso de los indígenas Nasa en Colombia, pueblos indígenas del estado de Chiapas en México, la Provincia de Santa Cruz en la Patagonia Argentina, los indígenas del Mato Grosso y Amazonas de Brasil y diversos pueblos agrícolas de Argentina, Bolivia, Ecuador, México y Chile.

Cifras que asustan

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), anualmente se suicidan casi un millón de personas, lo que supone una muerte cada 40 segundos. El suicidio se ubica entre las tres primeras causas de defunción en individuos de 15 a 44 años de edad y la segunda causa en el grupo de 10 a 24 años de edad; siendo los intentos fallidos 20 veces más frecuentes que los eventos consumados.

Estadísticas de la OMS indican que en el año 2012 hubo 748 suicidios en Venezuela, de los cuales 141 fueron damas y 607 caballeros. “Los hombres se suicidan más pero las mujeres lo intentan más veces”, precisó Arias.

La gerente de Salud y Protección Integral del Ivic, Linda Mora, afirmó que entre los factores de riesgo se encuentran el contraste campo-ciudad y la cultura. “En Mérida hemos visto que hay un subregistro y por lo tanto los casos de los páramos suele procesarse como de Mérida”, precisó.

Por su parte, la psiquiatra del Servicio Médico del Ivic, Karelys Prieto, acotó que la decisión personal de suicidarse es mediada por varios elementos, como el clima. “Neurobiológicamente, nos movemos con el calor, por eso se ha afirmado que en las zonas frías suelen ocurrir más suicidios”.

Inés Araujo, jefa de la Oficina de Socialización del Conocimiento Científico del Ivic, reconoció que las muertes voluntarias son una realidad existencial “que toca la vida de todos. Esta película es un acto amoroso que nos llena”.

La OMS señala que la depresión y el abuso de alcohol y otras sustancias están relacionados con las elevadas tasas de suicidios, por lo cual se debe trabajar en la prevención y el tratamiento de estas enfermedades así como mantener el contacto con quienes han intentado suicidarse.

Pieza premiada

En 2010, el cineasta Eliézer Arias recibió el apoyo del Idfa Bertha Fund (antiguo Fondo Jan Vrijman) del Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam, Holanda, en la categoría de guión y desarrollo de proyecto; además, fue premiado por el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (Cnac) para el desarrollo y posteriormente en 2011 para la producción. También recibió el apoyo de la Fundación Carolina y Casa de América, ambas de España.

Aun estando en posproducción, la pieza fue seleccionada en 2013 para asistir al V Doculab del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, México; así como al VI Idfa WorldView Summer School en Ámsterdam.

Hasta el momento, ha participado en casi medio centenar de festivales en más de 30 países y ha recibido 12 galardones en República Dominicana, Italia, Suiza, Portugal, Bolivia, Uruguay, Estados Unidos y Venezuela.

Más recientemente, se ubicó entre los 16 documentales preseleccionados para la primera edición del Premio Iberoamericano de Cine Fénix y fue prenominado a los premios Cinema Tropical 2015. Actualmente, se encuentra en su sexta semana consecutiva en la cartelera de varias salas de cine de Ciudad de México. Su estreno en territorio nacional está previsto para el último trimestre del año.

El nombre de la película se debe a la abundancia de moscas en los cultivos típicos de la entidad y a la condición silente que tanto estos insectos como el suicidio han adquirido en la región./NDP

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