Los fines de semana antes dedicados a pasear o dedicarse a las labores del hogar, ahora están destinados exclusivamente para “bachaquear” y ver qué se encuentra en los anaqueles de los supermercados.
“Según mi terminal de cédula de identidad me toca comprar los miércoles pero como trabajo y no puedo escaparme de la oficina cada vez que me dé la gana, me toca hacerlo los sábados, cuando venden a todo el mundo sin diferenciación. La limitante es que generalmente no despachan mercancía los fines de semana”, afirmó Gina Álvarez, residente de Alto Verde, en la capital mirandina, quien confiesa tener tres meses buscando en vano papel higiénico y dos rastreando servilletas.
Como ella cada vez son más las personas que toman la misma decisión, lo que se evidencia en las extensas colas que se forman en las afueras de los supermercados como el Unicasa ubicado en el centro comercial La Casona I, donde hay una kilométrica fila de personas cada sábado en la mañana.
“Cada vez es más difícil hacer mercado porque todas las semanas una nueva cadena privada se suma a la modalidad de vender de esta manera y de paso son 23 los productos básicos que están sometidos a estos controles; estamos hablando de prácticamente la mitad de la cesta básica”, se quejó Marta Peña, habitante de El Trigo.
–Si a uno se le acaba la harina PAN porque llegó un batallón de familiares de visita, toca quedar con la ausencia hasta la semana entrante porque te venden cantidades limitadas y eso cuando aparece en los estantes y hay que hacer una cola de al menos cuatro horas para llevarse cuatro kilos. Sinceramente me parecen absurdas las decisiones que está tomando el Ejecutivo nacional porque no se están atacando realmente los problemas que nos agobian: escasez e inflación.
La raíz del problema
Pese a las restricciones aplicadas por el Gobierno, amas de casa altomirandinas consultadas consideran que no se está combatiendo la raíz del problema.
“La escasez sigue vivita y coleando, ni hablar de la inflación galopante; todos los días se desaparece un producto y los víveres suben de precio sin que nadie ponga coto a la situación que ya resulta asfixiante”, añadió María Viloria, habitante del casco central de la ciudad del clima ideal.
–Deberían reconsiderar el fulano aumento de salario mínimo el primero de mayo porque eso lo que traerá es más inflación y creo que todos tenemos suficiente de eso. En vez de estar humillándonos con las captahuellas y limitándonos a comprar una vez a la semana sin conocer las necesidades reales de cada familia, deberían ponerse a producir. A mí no me gusta creer en rumores pero por allí están diciendo que van a llevar a Empresas Polar a manos de los trabajadores comunitarios y eso sí sería nuestra sentencia de muerte por hambre. Lo peor es que por descabellado que suene, en este país últimamente nada sorprende.
Revendedores beneficiados
Aunque las restricciones buscan frenar a los revendedores, algunos compradores opinan que son ellos quienes ganan con las decisiones gubernamentales, tal y como lo comentó Natalia Suárez.
–Personas como yo que no tienen tiempo de hacer un tour por los supermercados terminan cayendo en manos de los revendedores. Ya me cuesta cancelar pañales al precio regulado, imagina entonces cómo me descalabra el presupuesto cuando por un paquete debo pagar mil bolívares; no puedo dejar a mi hijo como un animalito y hago el sacrificio.
Otras personas comparten la opinión. “Alegrarse cuando llega la leche no es vida, menos cuando hay que hacer mínimo cuatro horas de cola a riesgo de que se arme una tángana y uno termine involucrado, tal y como ocurrió este año en la sucursal de Makro ubicada en el kilómetro 22 de la carretera Panamericana. Es hora de que dejen de aumentar el sueldo y se enfoquen a controlar el monstruo de mil cabezas en el que se ha convertido la inflación para todos los venezolanos”.
Johana Rodríguez – jrodriguez@diariolaregion.net/@michellejrl