La Venezuela que viene después de esto

Venezuela es un gran país. Siempre lo hemos dicho. Un gran país que está pasando por un mal momento. Un mal momento que tiene mucho que ver con nuestra decisión como sociedad al momento de elegir a nuestros gobernantes. Simplemente nos equivocamos. Y los errores se pagan. Hoy sufrimos un régimen signado por la ineficiencia, la corrupción, el desprecio por el ser humano y su dignidad, el insulto a las normas básicas de la democracia y la convivencia. Padecemos un régimen voraz de poder y dinero, en el que hemos visto dilapidar la más hermosa oportunidad que se haya podido presentar a gobierno alguno para proveer de oportunidades y progreso a los ciudadanos.

Los venezolanos estamos obligados a cambiar a este desgobierno. Es nuestra responsabilidad. Pero esa responsabilidad pasa por hacer bien las cosas, mantenernos unidos, trabajar mucho, interpretar los anhelos y aspiraciones del pueblo, conquistar a la mayoría decepcionada o molesta y encausar nuestras aspiraciones por la vía pacífica, constitucional e, indudablemente, electoral. Pero más allá de todo lo que sabemos que tenemos que hacer, desde el punto de vista estratégico y operativo para cambiar a este régimen, es necesario que todos nos atrevamos a soñar la Venezuela que debemos construir cuando se produzca ese cambio. Esa Venezuela siempre nos va a invitar a la esperanza. Ese sueño siempre nos va a llenar de fuerza, de optimismo, de ilusión.

Hay quienes piensan que en el momento en que se produzca un cambio de  gobierno en el país, pasarán muchos años para institucionalizar la política, la economía, la cultura, la sociedad. Yo me atrevo a tener la certidumbre de que los cambios pueden darse con más rapidez que lo que muchos piensan. La palabra clave, confianza, nos permitirá respirar nuevos aires que nos acompañarán en el esfuerzo de reconstrucción nacional. Lo primero que tenemos que lograr es un espacio en el cual nos encontremos, con respeto, todos los venezolanos. Que podamos discutir –sociedad  civil,  gobierno, trabajadores, empresarios, partidos políticos de la ideología que sea– los puntos de encuentro que nos ayuden a mirar todos hacia el futuro asumiendo que Venezuela somos todos. Fracasará quien llegue al poder pensando que va a arrasar con todo lo que hay para construir, de la nada, algo nuevo.

En materia política e institucional, tenemos que profundizar la democracia, la separación de poderes, la tolerancia. Tenemos que dar a cada institución el sitio que le corresponde en el esfuerzo de patria que nos corresponde. Aunque debemos respetar la horizontalidad de los poderes públicos, sueño con un poder judicial convertido en el gran árbitro del ejercicio de los otros poderes públicos. No un Poder Judicial sumiso al Poder Ejecutivo, sino un Poder Judicial autónomo e independiente, comprometido con la justicia y el equilibrio. ¡Claro que lo podemos lograr! Quisiera ver a la Asamblea Nacional convertida en un foro de discusión respetuosa de los problemas del país, que legisle para todos, que apoye las buenas iniciativas del Poder Ejecutivo, pero que actúe con firmeza en el control de la gestión pública. Un poder ejecutivo haciendo, con planificación, visión y honestidad. Un poder ciudadano defendiendo al pueblo, rescatando la legalidad y cuidando los recursos públicos y un Poder Electoral convertido en árbitro imparcial, decente, como el que hoy no tenemos.

En lo económico y social, sueño con un país donde el Estado se una a la iniciativa de las personas y de las empresas. Un Estado que sea la palanca del desarrollo, que apoye a los emprendedores y que garantice condiciones de estudio y trabajo que nos den a todos acceso al bien común. Un Estado que sea para la sociedad y no lo contrario, que es lo que hoy sucede.  Que esa palabra “confianza” siente las bases de la recuperación del aparato productivo del país, que produzcamos en el país y que nos comprometamos con su futuro. Seguiremos escribiendo de esa Venezuela que viene.

Juan Pablo Guanipa V.

@JuanPGuanipa

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