«Lo peor del HVS es la comida»

03-04 H
Relatan que en las noches debían encerrarse en la habitación por el temor de ser atacados y despojados de sus pertenencias

Sonia Méndez, 52 años, sufrió un Accidente Cerebrovascular (ACB) durante el pasado mes de junio y es en ese momento en el que comienza este relato sobre las 5 días y 4 noches que pasó junto a sus hijos y familiares en el servicio de hospitalización del Hospital Victorino Santaella.

“Todo empezó con un fuerte dolor de cabeza que me hizo ir al hospital, llegue en horas de la tarde y rápidamente unos residentes me atendieron y comenzaron a llenarme mi historial médico, luego cuando me atendieron determinaron que había sufrido un accidente cerebrovascular y debía permanecer hospitalizada”.

Méndez aseguró que la atendieron bastante bien y todo fue muy rápido hasta el momento en que llegó la hora de subir al piso 10 donde se le había asignado su habitación.

“Yo estaba en silla de ruedas y ningún ascensor servía, mis hijos me tuvieron que subir difícilmente por las escaleras pues no había camilleros ni nadie que pudiera ayudarnos”.

Agregó que una vez arriba, y mientras iba llegando la noche, la situación se hacía mas tensa pues varios de los trabajadores del nosocomio les indicaron que no transitaran solos por los pasillos pues los podían robar e incluso les recomendaron que una vez le fuera puesto el último tratamiento se encerraran en la habitación.

“Nos dijeron que atravesáramos la cama detrás de la puerta y que, a menos que fuera una emergencia, no abrieran la puerta. También nos mostraron la manera particular en que el personal tocaba la puerta para que pudiéramos reconocerlos, una especie de contraseña secreta”.

Méndez asegura que por las noches reinaba un clima de tensión pero que nunca pasó nada mientras estuvo recluida y agradeció al personal de enfermería que estuvieron atentas a su caso, dijo “ellas trabajaban lo mejor que podían, sólo una noche faltaron a la hora de pasar un tratamiento porque no tenían el medicamento”.

En cuanto al trato del personal médico aseguró que fueron siempre atentos y le brindaron un buen servicio.

“El Dr. Rubén Figueroa, residente, fue el que estuvo al cargo de mi caso y me atendió de lo mejor que pudo dentro de las limitaciones que se salían de sus manos como, entre otras, la falta de medicamentos”.

Afirmó que al ingresar al nosocomio les habían indicado que todos los medicamentos se encontraban disponibles pero que horas más tarde a la hora del primer tratamiento les informaron que debían salir a buscar las medicinas porque lo único que tenían era antibiótico.

Comida

Méndez agregó que, con todo lo malo y lo bueno, lo peor de todo fue la comida que le sirvieron mientras se encontraba hospitalizada.

“Era muy decadente, una cosa es tener pocos recurso y otra no querer hacer un mínimo de esfuerzo en preparar un plato de comida para un enfermo. Yo, gracias a dios, tenía quien me llevara comida pero no me imagino como harán quienes no cuentan con apoyo de nadie”.

Aseguró que, si bien las comidas estaban puntuales a las horas convenidas, su calidad nutritiva era extremadamente pobre y que ningún enfermo puede tener una buena recuperación comiendo en esas condiciones.

ZA

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