Los democratas votaremos…¡como sea!

Uno de los rasgos que ha caracterizado la comunicación entre la dirigencia política de la oposición venezolana y los ciudadanos que han compartido la lucha democrática durante los últimos 17 años ha sido la crítica severa de la conducta pública y las decisiones del otro; y esa flagelación mutua ha degenerado en un pervertido sadismo político que ha impedido una valoración justa y balanceada sobre los aportes valientes y constantes de la alternativa democrática, en su conjunto, para procurar un cambio de paz y progreso para todos los venezolanos.

Ha sido un esfuerzo enorme combatir constitucionalmente a un régimen que no cree en la legalidad y que utiliza las instituciones para criminalizar la disidencia; pero le facilitamos la tarea cuando observamos que, por ejemplo, los electores opositores son implacables cuando fustigan a La Mesa de La Unidad por cometer algún error táctico sobre temas que causan alto impacto en la opinión colectiva, sin reparar en que esa pluralidad es producto de diferencias que por su propia dinámica amerita debates cargados de contradicciones programáticas y hasta filosóficas para alcanzar los consensos necesarios; o cuando la propia Mesa se queja de que esos mismos electores son fácilmente “enganchados” por las estrategias abstencionistas del gobierno y ante cualquier escaramuza, la primera reacción es no votar.

Como Politólogo puedo afirmar que en algunos casos ambas expresiones son comprensibles y hasta naturales porque están basadas en argumentos razonables, pero el fondo del asunto es que hasta que no entendamos que esta lucha democrática sólo se puede ganar en la medida de que cada ciudadano asuma su propia cuota de sacrificio y de responsabilidad para derrotar pacíficamente a una élite corrupta e ineficiente que tiene el país en un caos generalizado, es imposible lograr el cambio; y el voto es la vía expedita.

En el gobierno también tienen esta percepción y por eso está jugando a “dos bandas” en estas parlamentarias para intentar desmovilizar y desmoralizar a los sectores democráticos, porque por un lado intenta descalificar a la MUD afirmando que no tiene un proyecto político alternativo confiable; y, a la vez, amenaza con ganar esas elecciones “como sea”, con lo cual envía el mensaje subliminal de que podría recurrir a métodos poco ortodoxos para lograr ese objetivo; sin embargo, esa línea de acción menosprecia la voluntad de cambio que se observa en la inmensa mayoría de los venezolanos que han sido víctimas de la inflación, la escasez, la inseguridad o las fallas en servicios públicos como la electricidad, el agua potable o la salud.

No dudamos de las virtudes y capacidades individuales de los candidatos nominales y por lista de La Unidad Democrática en toda la geografía nacional, pero ellos deben asumir con humildad que sus triunfos obedecerían, entre otras muchas razones, a unas condiciones favorables que han sido labradas a pulso por la constancia y la valentía de una sociedad democrática que se ha negado a “tirar la toalla” a pesar de los abusos del poder institucionalizado, y que está dispuesta a ejercer el derecho a la participación política “como sea” pero sin violencia.

LA ECONOMIA DEL VOTO. Este concepto se refiere al mecanismo psicológico que opera en las personas cuando toman decisiones electorales buscando la optimización de su esfuerzo, al menor costo posible; y en Venezuela se manifiesta en la expresión popular “anotarse al ganador”, debido a que la tendencia histórica es que los ciudadanos votan para ganar y unos pocos lo hacen con la premeditada intención de perder el voto, por motivos de cercanía afectiva con un candidato; pero generalmente este “favor” es insuficiente para cambiar los resultados de una elección cuando el universo de votantes es 99.9% superior a los familiares o amigos de ese candidato. Desde que en 1.998 el difunto Chávez promovió la polarización política como estrategia electoral, las fuerzas mayoritarias en disputa han alcanzado el 98% de los votos totales y no tengo dudas de que en las parlamentarias del 6D sucederá lo mismo, salvo rarísimas excepciones que pudieran pasar fuera del estado Miranda; pero lo más probable es que el actual porcentaje de indecisos o de electores que en estos momentos piensan votar por candidatos distintos a los de la Mesa de La Unidad y del Gran Polo Patriótico, terminen decantando su decisión y opten por la “economía del voto” para “anotarse al ganador”. Lo demás es pura egolatría política para que un nombre aparezca en una boleta electoral o ganas de dividir…

DESORDEN TRUBUTARIO?. Cuando Alirio Mendoza fue alcalde de Guaicaipuro ocurrió un desorden electrónico en la Dirección de Hacienda que distorsionó los procedimientos de recaudación de los tributos durante varios meses; pero al parecer esa situación había sido solventada bajo el actual gobierno local de Garcés, sin embargo me llegó un caso que podría ser de carácter alarmante si le estuviese ocurriendo a los cerca de 6.000 contribuyentes que pagan por desarrollar actividades económicas privadas en el municipio. Tengo copia de un expediente en el que se constata que el pasado 23 de enero la representante legal de un negocio de Los Teques canceló los impuestos por la declaración del ejercicio financiero del 2.014 por un monto total de 5.969 Bs, fraccionado en 2.540 Bs y 3.429; y cuando consultó en el portal de la alcaldía para renovar la patente y solicitar la respectiva solvencia, el negocio apareció con saldo moroso. Esta persona envió un oficio el 25 de marzo de este año para hacer el reclamo ante la suposición de que se trataría de un error involuntario del ente recaudador pero lo más insólito es que no hubo la corrección esperada y el 8 de octubre le apareció una deuda de 1.500 Bs por supuestamente no presentar la declaración jurada definitiva de ingresos brutos y otra de 4.500 Bs por la no renovación de la licencia sobre actividades económicas en el tiempo establecido, para un total de 6.000 Bs. Si se trata de un caso aislado que hay que corregirlo, pero si el problema es generalizado ameritaría una investigación urgente y profunda porque esta persona detectó la irregularidad debido a que necesitaba la solvencia para este año pero los contribuyentes que no estén pendientes se podrían enterar mucho después, cuando acudan a pagar sus impuestos.

Sergio Graffe / Politologo

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