La crisis es terminal

La inflación galopa, al extremo de que estamos en la cima como la nación con más numeritos en ese renglón

Nada más haber propiciado la devaluación de la moneda venezolana, representa un golpe mortal a la economía de las familias de nuestro país. Eso es inocultable -además de injustificable- porque basta con lidiar con la cotidianidad en un abasto o encarar los gastos para medicinas, de la recreación y educación de los muchachos, para confirmar a diario que lo que se gana un ciudadano trabajando duro no le alcanza para nada. ¿Cómo entonces se puede autocalificar este gobierno como el protector de los pobres cuando lo que ha hecho es hundir en la miseria a quienes soñaban con una vida mejor?
Por eso hay que refrescarle la memoria a la gente, situarla en el escenario cuando hace 17 años los promotores de la fulana revolución asumieron el gobierno, con la promesa de fortalecer el poder adquisitivo de los trabajadores. Pues bien, tienen que estar al tanto de lo que se ha experimentado: una espantosa devaluación del bolívar, al extremo que con un billete de cien no se compra ni un tomate. Pero la comparación de lo que recibieron en 1999, al día de hoy, desvela cómo han devaluado la moneda (ocho veces en tres lustros). El bolívar saltó de 564 por dólar cuando gobernaba el presidente Rafael Caldera, a más 900 por dólar, ahora con Nicolás Maduro. La devaluación de la moneda es la principal trituradora de los pobres y la que estrecha a una clase media sumergida en la desolación.
Es evidente que este gobierno no tiene remedio, que es un caso perdido. Lo más reciente es que Nicolás Maduro viaja a Ecuador y se le va su discurso en solicitar que “se desmonte el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba”, mientras que Raúl Castro y Obama se entienden para relajar sus diferencias. Los venezolanos que escuchaban al presidente venezolano ya no se asombran porque saben que esta crisis es terminal, y su génesis la encarnan quienes tienen en sus manos las riendas del país y lo empujan hacia un barranco.
La inflación galopando, al extremo de que estamos en la cima como la nación con más numeritos en ese renglón; ya, prácticamente, no hay nada en los anaqueles y voceros del gobierno salen con la insolencia de argumentar que “los alimentos no se ven en las vitrinas porque están en las neveras de los hogares”. ¡Qué manera de burlarse de la ciudadanía!
Mientras tanto sigue la tragedia de la inseguridad. Cerramos en Venezuela el mes de enero con más de 400 víctimas que fueron ingresadas a la morgue de “Bello Monte”. Por esas cifras ocupamos el vergonzoso primer lugar como el país más inseguro del mundo. Por si eso fuera poco, también Venezuela es campeona mundial en corrupción. Hay que salir de esto, ¿sí o no?

Mitzy C. de Ledezma

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