Memorias de un almuerzo libanés en Prados del Este

libano1
Memorias de un almuerzo libanés en Prados del Este

Caminar por la urbanización Los Palos Grandes de Caracas puede ser un contraste, al punto de extraerte del caos nacional y hacerte pensar que estás en otra parte del planeta. Edificios modernos que bien pudiesen estar en cualquier ciudad costera estadounidense, una plaza repleta de visitantes tomando café – como pasaría en Europa – sumándose a algunos restaurantes de comida china – en la que casi no entienden el español – y trasversales por las que se pasean damas ataviadas con Hidjab en sus cabezas: una especie de paño de uso común para los musulmanes, que cubre los cabellos, las orejas y el cuello de las féminas, para “disimularles” ante las miradas; otras usan un paño de tela más grande, con abertura en el centro, le llaman “chador” y denota que son iraníes, un grupo de migración muy reciente en Venezuela.

En Caracas estamos acostumbrados a los españoles, italianos, portugueses, chinos y árabes (donde se incluyen los sirios, libaneses y turcos principalmente). Todos han enriquecido la oferta gastronómica caraqueña, y se han convertido en cocina familiar para el capitalino.

De todas las anteriores mi predilecta es la gastronomía árabe. Deliciosa, exótica, variada, abundante, económica, y profundamente apegada a la cultura de quienes la preparan. Es una cocina matriarcal, marcada por recetas familiares y sabores que sus herederas luchan por no dejar que se pierdan. Los locales de comida árabe tradicionalmente son sencillos, y hasta modestos, casi siempre atendidos por sus propios dueños. En los restaurantes árabes la gente se desconecta, sobra la cordialidad, y los visitantes salen contentos.

Memorias de un almuerzo libanés en Prados del Este

En Caracas adoptamos el Shawarma, así como al perro caliente, la hamburguesa y el arroz chino. El shawarma siempre es la puerta a probar la cocina árabe, y luego de que te enganchas comienzas a enamorarte del Falafel, las cremas, los dulces y el Kibbe: comenzando por el frito, para luego pasar por el horneado y finalmente degustar el kibbe crudo.

LEBANON HOUSE

La semana pasada visité un nuevo local en mi catalogo de opciones árabes en Caracas. Se llama Lebanon House, y opera desde hace algunos años en una terraza del Centro Comercial Galerías Prados del este.

El espacio se distingue por una gran bandera libanesa que sirve como decoración. Es una terraza sencilla y hasta tranquila (al menos así lucía ese día). La cocina queda en la parte de arriba, mientras abajo apenas se observa la caja y una barra desde donde se van despachando los platos.

ENTRADA

El menú es variado y lleno de opciones típicas de este tipo de establecimientos. Lo ideal es siempre comenzar con las clásicas cremas para untar en la infaltable ración de pan árabe frito. Por recomendación de un amigo –cliente asiduo del restaurante – optamos por el hummus, quizá la más popular de las cremas árabes, elaborado comúnmente con puré de garbanzos, semillas de sésamo, jugo de limón y ajo; preparación que en Lebanon House sirven en plato de barro, bañado en aceite de oliva.

Memorias de un almuerzo libanés en Prados del Este

De la receta de Hummus en este lugar me llamó la atención su textura, mucho más espeso que como le sirven en otros restaurantes árabes; denotando que agregan mayor cantidad de garbanzos, haciéndolo más consistente y de sabor más pronunciado.

PLATO FUERTE

Luego optamos por probar el shawarma, por ser un referente de la comida del Medio Oriente para el caraqueño. La carne, asada de manera vertical estaba bien tostada y sazonada, en el término correcto de cocción. El pan árabe suave, y la cantidad de relleno era la indicada para comer con gusto.

En la mesa de al lado observé que servían una ración de tabaquitos de hojas de parra, que se veían suculentos, suaves y brillantes. El aroma del plato llegaba hasta a mi mesa y provocaba robarle un par de bocados. También tenían kibbe horneado, y a juzgar por las caras de los comensales el plato estaba exquisito.

CAFÉ

Lebanon House es el lugar ideal para tomarse un buen café – que los árabes llaman mirra- elaborada a la manera tradicional: con especias y bastante cargado, dando como resultado un brebaje oscuro, turbio y con un buen nivel de amargor. Deliciosa preparación para cerrar una excelente comida.

El café fuerte, y sin azúcar, es la invitación a acompañar con un dulce árabe. En el restaurante ofrecen una variedad de estas delicias: El Mamul, por ejemplo, es la galleta libanesa ideal para el coffeetime; se trata de una especie de polvorosa rellena de dátiles.

POSTRE

En Lebanon House probé la mejor baklava que he comido en Caracas. Este dulce, de origen turco, consta de una masa de nueces trituradas, intercaladas con capas de masa filo, y bañada en almíbar o miel. La que comimos ese día estaba exquisita, con los frutos secos crocantes pero la masa filo fresquecita, de manera que parecía disolverse lentamente en el paladar. Los dulces árabes pueden llegar a empalagar si se les come en exceso, pero no cuando se baja el dulzor con un café especiado y bien cargado.

Al finalizar con el café – cuando ya del dulce quedaban solo las migajas, que de paso recogía con el dedo para no desperdiciar ni un poquito- quedó el sedimento asentado, aquello que llaman borra y que los turcos y marroquíes (entre otros árabes), utilizan para predecir el futuro leyendo la taza, en una práctica que se denomina teomancia…

PARA RECOMENDAR

“La casa libanesa” desde ya es uno de mis sitios gastronómicos preferidos en Caracas. Me cuentan que tienen otra sucursal en el centro comercial Tamanaco- aún más cerca y accesible- que está en mi lista de pendientes por disfrutar, para validar si la calidad y la experiencia es igual a esta que les comento.

Si tienen algún dato de algún restaurante árabe que quieran recomendar, o quien quita que alguna familia siria o libanesa quiera invitarme a comer en su casa (jajaja), no duden en comentarme por @GabrielBalbas en twitter, y El Mochilero Gourmet en Instagram.

Gabriel Balbas / Mochilero Gourmet

Salir de la versión móvil