Industria criolla de autopartes y repuestos se tambalea por retraso en liquidación de divisas

Los amortiguadores figuran en la lista de ausentes. ARCHIVO
Los amortiguadores figuran en la lista de ausentes. ARCHIVO

Disponibilidad alcanza para trabajar por poco más de un mes

Quienes tienen vehículos temen que arrecie la escasez, llevándolos a paralizar los carros, siendo más crítica la situación para el sector transporte público

40 días. Ese es el tiempo que rendirá la materia prima con la que cuenta la industria de autopartes y repuestos nacional, que no ha escapado a los embates producidos por los retrasos en la asignación y liquidación de divisas que ha acompañado al sector durante los dos últimos años.

El desalentador anuncio lo hizo el presidente de la Cámara de Fabricantes Venezolanos de Productos Automotores, José Luis Hernández, quien acotó a medios nacionales que la situación pone en riesgo 50 mil puestos de empleo y amenaza a quienes tienen vehículos, pues viven un vía crucis cada vez que un repuesto pide cambio al terminar su vida útil.

“Ya he vivido el martirio de buscar cauchos y baterías, por no nombrar el desangramiento que sufrió mi bolsillo, pero usando mi carro todos los días para ir y venir de Los Teques a Caracas, obviamente el vehículo se desgasta y si no hago las reposiciones a tiempo el daño es peor. De proseguir la situación, panorama que lastimosamente se vislumbra, tocará guardar el carro y volver a utilizar el transporte público”, confesó Darío Querales.

Sin embargo, con tantas personas pasando por similar situación el problema recae sobre el sector transporte, que no estando ajeno a las dificultades, ha tenido que desincorporar unidades de la flota, lo que ha aumentado considerablemente los tiempos de espera en las paradas.

“Cada vez quedan menos opciones”, dijo Hernani Guzmán, transportista en los Altos Mirandinos, quien señaló que “hay carros que hasta por un fusible que es importado y no se halla en las tiendas han tenido que ser paralizados, desmejorando el servicio ante la creciente demanda”, explicó.

–Con lo caro que se han puesto los repuestos y las autopartes, cada vez más personas optan por rodar lo menos posible en sus carros, lo que ha hecho que crezca la población que usa el transporte tanto terrestre como subterráneo. Con el aumento del precio de la gasolina y de las tarifas en los estacionamientos el número de peatones crecerá y no habrá cómo brindar servicio a tanta gente, porque en vez de incorporar estamos paralizando unidades.

 Arrastrando

imposibilidad

Amortiguadores, croches e incluso vidrios se han convertido en los grandes ausentes de las ventas especializadas, donde abundan los carteles de “no hay, no insista”.

Pablo González, encargado de un local del ramo en los Altos Mirandinos, señaló que tras las fiscalizaciones del año 2013 los despachos se han vuelto cada vez más irregulares y esporádicos. “Cuando llega algún producto es en cantidades tan limitadas que en menos de mediodía se agota, dejando nuevamente el inventario en cero. En otra época hubiera sido un éxito, pero con la hiperinflación que nos controla es una tragedia, porque con la ganancia no nos alcanza ni siquiera para reponer lo vendido”, explicó.

–Uno de los productos más solicitados son los evaporizadotes y lastimosamente no tenemos disponibilidad. La situación se repite con los neumáticos, muy buscados sobretodo por los transportistas que son los que más rotan el producto. Es lamentable lo que estamos viviendo. Para rendir al mayor número de personas nos manejamos por lista y pedimos RIF para verificar que una misma persona no compre un mismo producto en al menos seis meses. Es estricto, pero es una manera de mantener a raya a los revendedores que tanto daño le han causado a nuestra economía.

 Recargando

y reusando

La recarga de baterías se ha convertido en otro negocio emergente producto de la sitiuación país. “Antes te auxiliaban de panita, ahora te cobran no menos de Bs. 1.500”, afirmó Jesús Querales, habitante de El Jarillo.

–Igualmente ha cobrado auge el uso de cauchos usados mientras se encuentran los nuevos, pero las tripas que quedan en las chiveras están tan dañadas que no rinden más de un mes y cada vez sale más caro comprar una. La última la pagué en Bs. 5.000, cuando el año pasado todavía se podía llevar por Bs. 2.500. Tener carro propio se ha convertido en una pesadilla de grandes proporciones que hace anhelar los días de peatón.

Johana Rodríguez-jrodriguez@diariolaregion.net/@michellejrl

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