“Por allí veía una imagen en Instagram que decía: Salir, respirar y gastar mil bolívares. Pareciera gracioso pero es la realidad, porque entre el pasaje y una bebida para aplacar la sed ese es el monto que se te pierde del bolsillo diariamente”, reflexionó Jimeno Marcano.
La situación se hace más cuesta arriba cuando se dispone a hacer mercado. “Casi me caigo para atrás como Condorito cuando vi que un kilo de manzanas marca 3.500 bolívares; el de tomate ronda los mil y un kilo de pasta plumita superaba los 980 bolívares, precio que emulaba al de un pote de avena”, acotó el residente de El Trigo que este jueves se sumó a la cola que se formó en las afueras del Todofertas ubicado en la avenida La Hoyada de la capital mirandina.
–Es degradante y humillante, pero la única forma de medianamente rendir la quincena es haciendo colas para adquirir mercancía regulada, si no mueres en el intento. Lo trágico es que cada día llegan menos productos con precio fijado a los locales y lo poco que despachan hay que disputárselo con los bachaqueros.
El comentario es avalado por otros compradores formados con la intención de llevar champú y pasta dental, y corroborado por las más recientes cifras ofrecidas por el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación de Maestros (Cendas- FVM)
Según el análisis efectuado, los venezolanos actualmente disponen de 69 % de su presupuesto para la compra de alimentos. “Por primera vez el salario mínimo alcanza para comprar 7.9 % de la canasta alimentaria familiar”, afirmó Óscar Meza, presidente del Cendas, basándose en el sueldo establecido hasta febrero, en entrevista transmitida por Unión Radio.
En el caso de la canasta básica familiar, entendiendo que es una familia de cinco personas con dos sueldos, les alcanza para 10,9 % “porque se requieren 18.3 salarios mínimos para cubrirla”; recordó que de los 58 productos que manejan como alimentos esenciales, 24 son difíciles de conseguir.
La canasta básica alimentaria de febrero se ubicó en 176.945, 45 bolívares.
Relatos en tiempos
de bachaqueo
“Terminé pagando 1.800 bolívares por dos kilos de azúcar de dudosa procedencia -me la entregaron en una bolsa transparente-. Tengo tres chamos y me sale más barato hacerles sus juguitos naturales que gastar diariamente 600 bolívares en dos litros de refresco. Además, les preparo sus panquecas para el desayuno y así no comen en la calle”, reflexionó Daniela Useche, vecina de Santa Rosa.
–Los bachaqueros se aprovechan de la necesidad ajena. Trabajo en un ente privado, es decir, paso 8 horas en mi oficina de lunes a viernes, así que no tengo tiempo de estar yendo a las colas. Cuando puedo ir a los supermercados los fines de semana queda el repele si acaso, mercancía no regulada que termino llevándome y por supuesto me altera el presupuesto.
Otros optan por hacer cuanta cola se topen en el camino, así ofrezcan mercancía que no necesiten. “Hace unas semanas salí temprano del trabajo y me sumé a una fila sin saber qué había. Al entrar quedaban pañales; aunque no tengo chamos los compré. Publiqué por Facebook y al día siguiente los cambié por toallas sanitarias”, confesó Mirna Quiñonez, quien se ha convertido en una experta en trueques.
–Lo mismo he aplicado exitosamente con remedios y comida que está a punto de vencer. Llegué a un punto de obsesionarme tanto con la compra de harina PAN que cuando vine a ver tenía un par de gabinetes llenos y corría el peligro de que se me dañaran. Como en la Venezuela de hoy no se regala nada, lo publiqué por mis redes sociales y llovieron las ofertas de intercambios. No me enorgullece, pero hasta a eso hemos llegado.gf
Johana Rodríguez-jrodriguez@diariolaregion.net/@michellejlr