Escasez “pega” con más contundencia en parroquias foráneas de Guaicaipuro

La escasez de insumos golpea con fuerza la producción agrícola.
La escasez de insumos golpea con fuerza la producción agrícola.

En la parroquia El Jarillo falta de todo, menos una cosa: los bachaqueros, quienes venden con sobreprecio desde los productos de la cesta básica, pasando por fertilizantes necesarios para las labores de campo hasta los cauchos.

“Todo el país está mal y nosotros peor, porque viviendo en una zona tan intrincada y entre montañas pocos parecen acordarse de nuestras necesidades”, reconoció Pedro Herick, productor de la zona.

–No tenemos fertilizantes, ni insecticidas, ni fungicidas ni semillas para trabajar, lo que ha llevado a una merma alarmante en los niveles de producción de frutas y hortalizas que a su vez se refleja en los mercaditos a cielo abierto que surtimos, como el que colocan cada domingo en la avenida Francisco de Miranda de Los Teques.

Esto afecta nuestras ganancias porque la mayoría vive de la siembra. A su vez genera una merma significativa en las visitas “porque nadie quiere venir a pasar trabajo. El durazno que es nuestro producto líder se ve en muy pocas cantidades en los puestos a lo largo del trayecto, y eso lo resienten los clientes quienes se molestan al no hallar lo que buscan y prefieren irse a otros parajes”.

En El Jarillo no escapan al desabascimiento de alimentos, problemas de inseguridad y vialidad.

Cero

optimismo

De cara al “puente” por el 19 de abril, los jarilleros no se entusiasman con la visita de turistas. “Ya los fines de semana pasa como un día cualquiera; todo el mundo está pendiente de hacer sus colas para adquirir la comida más barata; incluso nosotros que nos vemos obligados a bajar hasta el centro de Los Teques”, refirió Yulitza Díaz, moradora.

–Las bodegas Mercal están peladas y los pocos productos que despachan empresas como Polar se los llevan los bachaqueros que luego pretenden revenderlo con sobreprecio de hasta 1.000 %, por lo que con todo y lo malo que está el transporte y las malas condiciones de la vialidad es preferible dirigirse a la capital a hacer las colas que cada día están más largas, ofrecen menos productos por persona y más caros. Estamos llegando al llegadero.

Otros vecinos consultados señalaron que en las parroquias foráneas pega con más fuerza la escasez a todo nivel. “Lo único que gracias a Dios no sufrimos en El Jarillo, a diferencia del resto del país, es el tema del agua, porque no dependemos de las represas”, afirmó Gerardo Misle.

–Es necesario reactivar la producción para reactivar la economía. Agropatria debe ponerse las pilas y ofrecernos los insumos que necesitamos con urgencia para seguir trabajando nuestros campos que de paso han sido tan golpeados por los cambios climáticos y el fulano fenómeno de El Niño. En El Jarillo hay muchas deficiencias, pero he oído que zonas como Altagracia de la Montaña están peor, por difícil que resulte creerlo.

Caos y

violencia

En la parroquia Paracotos no están libres de las colas que han generado el desabastecimiento generalizado y se han suscitado varios conatos de violencia entre los compradores, según lo reconoció Yelitza González, miembro de la Comisión Antibachaqueo del Municipio Guaicaipuro, quien detalló que incluso se dio un caso de herido por arma blanca en la localidad.

En otras parroquias como Cecilio Acosta tras atravesar varias peleas entre clientes, las comunidades lograron organizarse para hacer que la comida rinda lo más posible entre todos los residentes, modelo que esperan se repita a lo largo del territorio del cacique, donde las colas por mercancía regulada están a la orden del día, así como las tánganas por la presencia de coleones y revendedores.

“En las capitales del país todavía están reyes porque despachan con más frecuencia productos con precio fijado, quienes sufrimos somos quienes vivimos en la periferia, quienes debemos lidiar entre dos opciones: dejarnos robar por los bachaqueros, o hacer el periplo de ir, en nuestro caso, hasta Los Teques para ver qué se encuentra”, dijo Esmeralda Marrón, vecina de Tácata, donde no escapan de la “desaparición” de alimentos que parece agudizarse cada día más.

Johana Rodríguez-jrodriguez@diariolaregion.net/@michellejrl

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