Hoy en día, los trabajadores están conscientes de sus derechos y deberes, gozan de beneficios, prestaciones y seguridad, sin embargo, aún es mucho lo que queda por hacer en materia de justicia laboral, pues el hecho de todos conozcamos nuestros derechos, no significan que sean siempre respetados
Edda Pujadas, @epujadas.- “El 1ero. de Mayo, decretado Día del Trabajador se declara feriado y de remuneración obligatoria para los trabajadores en general, incluyendo los que efectúen sus labores en la agricultura y en la cría. Durante esta fecha, no podrán efectuarse trabajos en las empresas o establecimientos sometidos a la Ley del Trabajo y al Reglamento del Trabajo en la agricultura y cría. Quedan exceptuadas aquellas labores señaladas especialmente por dichos estatutos legales”.
Este párrafo forma parte del decreto promulgado por Rómulo Betancourt el 27 de abril de 1946. Con esta ley, se daba un real beneficio a los a trabajadores, sin embargo, la celebración del “Día del Trabajador” en nuestro país se había instituido ya en 1936 en la ciudad de Maracaibo y en 1945, el general Isaías Medina Angarita había establecido por decreto este homenaje a los trabajadores criollos.
Lamentablemente y a pesar de que han transcurrido 78 años desde la institución del “Día del Trabajador” en nuestro país, cada año, la llegada del 1ero. de Mayo, nos recuerda los derechos incumplidos de los trabajadores. Las ofertas no concretadas, los aumentos no concedidos y los beneficios aún pendientes. Marchas y concentraciones multitudinarias en diferentes partes del país han hecho que este día se haya convertido en un momento oportuno para justas exigencias laborales.
Y es que desde que empezó a gestarse, el 1ero. de Mayo fue sinónimo de luchas laborales y sociales, pues, a pesar de las dificultades que enfrentó el movimiento sindicalista en los últimos años del siglo XIX, la batalla por los derechos de los trabajadores es un logro irremplazable que se recuerda cada año en todo el mundo como homenaje a sus precursores.
UN DIA DE REBELION, NO DE DESCANSO
En 1886, el presidente de los Estados Unidos Andrew Johnson promulga la llamada “Ley Ingersoll”, estableciendo la jornada de ocho horas de trabajo diarias, gracias a la incansable lucha del trabajador mecánico Ira Steward. Esta Ley no se acató, por lo que las organizaciones laborales y sindicales del país empezaron a luchar por su cumplimiento.
En noviembre de 1884 se celebra en la ciudad de Chicago el IV Congreso de la “American Federation of Labor”, en el que se propuso que, a partir del 1ero. de mayo de 1886, se obligara a los patronos a respetar la jornada de ocho horas, de lo contrario, irían a una huelga indefinida. Esta proposición se extendería por todo el país norteamericano, en mítines y concentraciones obreras.
Llegado el 1ero. de mayo de 1886, los obreros elevaron una sola voz: “A partir de hoy, sólo ocho horas diarias, ni una más”. Los patronos se negaron a aceptar la propuesta, pero los obreros organizados paralizaron al país con más de 5 mil huelgas, con lo que se logró en parte el objetivo, pero en Chicago la cosa fue distinta.
El periódico “Chicago Tribune” se atrevió a comentar en sus columnas la frase: “El plomo es la mejor alimentación de los huelguistas” y pedía para éstos prisión y trabajos forzados, mientras los trabajadores de la fábrica McCormik tenían más de dos meses enfrentados a sus patronos.
El 1ero. de mayo de 1886 el choque fue violento. Al día siguiente, intervino la policía para dispersar a más de 50 mil manifestantes. El 04 de mayo se congregaron los obreros frente a la McCormik. Los esquiroles rechazaron la manifestación y hubo un total de seis muertos y numerosos heridos. Adolf Fischer, uno de los dirigentes de la huelga, lanzó una proclama que circuló profusamente: “¡Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik se fusiló a los obreros! ¡Su sangre pide venganza!”.
Fischer invitaba a un mitin en la Plaza Haymarket, donde los más destacados dirigentes sindicales harían uso de la palabra. Estaban en pleno mitin cuando la policía recibió órdenes de dispersar a los asistentes. De pronto, una bomba estalló cerca de las fuerzas policiales, con un saldo de seis policías muertos.
Este hecho enardeció más a la policía que atacó despiadadamente con un resultado de 38 muertos y 115 heridos. Condenados algunos dirigentes a muerte el 20 de agosto, fueron ahorcados el 11 de noviembre de 1886. Es por ello que el 04 de mayo de 1886 quedó en la memoria de la humanidad como una fecha lamentable para la clase obrera.
Luego de este acto, la lucha continuó hasta que El Congreso de París de la Segunda Internacional acordó en 1889 que los trabajadores sólo cumplirían jornadas de ocho horas diarias y que el 1ero. de mayo se declaraba “Día Internacional del Trabajador”, en honor a los caídos de aquel fatídico día en Chicago.
El 11 de noviembre de 1887 se consumó la ejecución de los luchadores que se convirtieron en iconos de los trabajadores: Parsons (estadounidense, 39 años, periodista), Spies (alemán, 31 años, periodista), Fischer (alemán, 30 años, periodista) y Engel (alemán, 50 años, tipógrafo). Linng (alemán, 22 años, carpintero) se había suicidado antes en su propia celda. A Swabb (alemán, 33 años, tipógrafo) y Fielden (inglés, 39 años, pastor metodista y obrero textil) les fue conmutada la pena por cadena perpetua y Neebe (estadounidense, 36 años, vendedor) fue condenado a 15 años de trabajos forzados.