La revolución está borracha

Los «chavistas» están haciendo algo que el propio Hugo Chávez repudió, pero que ahora en medio de tremenda pea, los «revolucionarios» hacemos, como agredir, romperle la cabeza a alguien, para demostrar que somos arrechos

 

I

Tremenda pea. Había bebidas desde el Cocuy larense hasta Juancito el caminador, y muchos Premium de 18 años y dele. ¿Motivo? Cualquier acontecimiento es válido para empinar el codo. Pero una revolución borracha es muy fea. Se ven cosas indeseables. Cosas repudiables. Cosas que no deberían pasar en una verdadera revolución… Pero me acordé que aquí en Venezuela aún, los venezolanos y venezolanas, esperamos que eso suceda, ahora o algún día. Yo, por ejemplo, me cuesta creer que la veré en vida. Ya perdí la esperanza de saborearla en vida, tal como se saborea un güisqui 18 años, junto a un trozo de carne emitiendo jugos en La Estancia, o en cualquier grill de los centenares que existen en Caracas. En efecto, estoy cansado de oír tantas loas a este proceso chucuto llamado revolución, donde construir vivienda, darle a los viejitos y viejitas una pensión que se merecen por ley, ofrecer educación gratuita, entregarles canaimitas a los niños y niñas, repartir comida aquí y allá, gritar por la televisión, andar de marchas en marchas, son las proezas del proceso. ¿Eso es hacer una revolución? Por favor, que locura, compadre.

II

Todo este juego de palabras como introducción a lo que quiero decir. ¿Qué manía la mía de tardarme en decir lo que se puede decir, así de fácil, como si nada? ¡Carajo, qué hacen los chavistas con agredir a un periodista, sea así o sea asá, como decía mi mamá. Agredir a un pobre monigote como el Chuo Torrealba, agredir a un diputado, o un concejal, o agredir a quien sea… Sea apátrida o no lo sea. Esa vaina la vi yo en la IV República, a manos de las bandas armadas del partido de Henry Ramos Allup. Esas bandas las llamaron «Los cabilleros» de la otrora CTV. Aquí y ahora, los «chavistas» están haciendo algo que el propio Hugo Chávez repudió, pero que ahora en medio de tremenda pea los «revolucionarios» tenemos que agredir, romperle la cabeza a alguien, para demostrar que somos arrechos… ¡Qué locura, compadre! Con razón estamos como estamos. Pienso (son cosas de viejo nada más), que esa energía que se gasta agrediendo gente, debería guardarse para cuando llegué la hora, la que está por llegar. Allí quiero ver a estos agresores frente a frente con los marines (Dios nos proteja), pero hay veces que a uno lo obligan a decir cosas que la mente no quiere procesar, pero que se le obliga, como se obliga la mía, a condenar de manera rotunda esos métodos que se están empleando, como si se tratara de que los adecos tuvieran el poder que tuvieron en un ayer, pero que no volverán a tenerlo, gracias al Señor…Y al pueblo guerrero, que no agrede impunemente a nadie, pero que aún no ha peleado… Gracias a que la revolución está borracha… ¡Se cansa uno! ¡No sé si volveré!

¡Última hora! ¡Última hora! Me informan que el verdadero motivo de la palazón se debe a que por fin los organismos de seguridad del Estado venezolano han dado de baja al ya famoso delincuente invisible e invencible «El Pucure». Es posible que el presidente Maduro anuncie la proeza en cadena nacional… Estaremos atentos.

Teófilo Santaella

aporrea.org

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