Cacería de productos básicos Arrecia en los Altos Mirandinos

Las cajeras se quejan de los constantes maltratos por parte de los clientes.ARCHIVO
Las cajeras se quejan de los constantes maltratos por parte de los clientes.ARCHIVO

Incesantes.Así son las colas de compradores en las afueras de sup ermercados, abastos y perfumerías de la capital mirandina, donde a lo largo del día pueden observarse hasta 10 filas.

“La gente congregada en las puertas del Unicasa ubicado en el centro comercial La Casona se ha convertido en una escena fija. Recuerdo que hasta diciembre se podía entrar libremente si no había leche, pero ahora es simplemente imposible, a menos que se espere unas tres horas afuera”, refirió Mayra Torres, residente de San Antonio de los Altos, quien pretendía entrar a comprar verduras pero le resultó imposible.

–La situación raya en lo insólito. No se puede entrar directamente a comprar cualquier producto. Quería ver si de casualidad habría crema de leche para hacer una salsa para la pasta y me tuve que devolver con las manos vacías, sin posibilidad alguna de asomar la nariz a los estantes.

Tan sólo durante la mañana de este miércoles se apreciaron filas en el mercado Unicasa, Súper Líder y al menos tres tiendas atendidas por asiáticos en el casco central de Los Teques.

“En un local en El Cabotaje adquirí pañales para mi bebé, en otro por la avenida Bermúdez encontré protectores diarios y en otro más detergente en polvo; me vendieron dos unidades, suficiente para un mes”, refirió María González, vecina de La Matica que dedicó la mañana de ayer a hacer compras.

Los compradores deben lidiar con sendas colas antes de ingresar a los supermercados y luego para cancelar la mercancía.ARCHIVO

Proceso lento

A las extensas filas que deben soportar los clientes, se suma la lentitud del proceso de pago. “Después de lograr entrar al supermercado, hay que soportar otra cola adentro para poder cancelar. La cosa se complica cuando la gente se pone a pagar con efectivo y tarjetas o peor aún, cuando mágicamente se cae el punto de conexión con el banco”, denunció Marisela Marcano.

–No sé a dónde se fueron las fiscalizaciones del Gobierno. Dijeron que obligarían a abrir todas las cajas y la verdad es que de diez cajas siempre trabajan, a lo sumo, seis y las cajeras tratan mal a los clientes. Uno entiende lo abrumador que puede ser la labor durante estos días, pero este es su trabajo, y aunque no tengan dibujada una sonrisa en el rostro, al menos que den los buenos días.

Al respecto, la entrevistada propone que habiliten una caja para pago en efectivo, otro para cestatickets, otro para abuelitos y otro para embarazadas para hacer más fluido el proceso y brindar mejor atención.

Cajeras alteradas

Mientras que los clientes se quejan de la atención poco amable que reciben de parte de las trabajadoras de los supermercados, ellas dan su propia versión de los hechos.

“Pasamos de tener un trabajo en el que eventualmente había inconvenientes, a ser un campo de guerra. Todos los días hay un aforo y un estrés y la gente quiere descargar su frustración con nosotras”, se quejó Romelia Campos, trabajadora de un automercado en el municipio Carrizal.

–A mis compañeras y a mí nos acusan de acaparadoras y especuladoras, como si tuviéramos poder de decisión en esos ámbitos. Nosotros nos limitamos a cobrar.

En cuanto a la apertura de las cajas, refirió que laboran en función de las órdenes de los encargados. “En ocasiones más bien nos redoblamos porque alguna de las muchachas falta y para no dejar desamparada la caja trabajamos más y eso es lo que la gente no ve ni aprecia”, puntualizó.

Mientras se controla la situación de las colas, seguirá agudizándose el ausentismo laboral debido a los trabajadores que constantemente se escapan de sus oficinas para “cazar” productos básicos y los encargados de los locales dedicados al expendio de la mercancía básica seguirán sometidos a altos niveles de estrés.

“Tenemos que complacer a los clientes para que no armen trifulcas, lidiar con los proveedores que cada semana traen precios nuevos y de paso cumplir con severos controles para no ser sancionados por los inspectores. Ser comerciante en estos días y bajo estas condiciones no es nada fácil”, sentenció un vendedor que pidió reservar su identidad, quien este jueves no tuvo más remedio que marcar con números a los clientes para mantener el orden.

“Prefiero cometer una pequeña infracción antes de correr el riesgo de ser saqueado por una multitud enardecida y que luego nadie responda ni por mi mercancía, ni por los daños al local; es más, ni siquiera por mi integridad física”, sentenció.

Johana Rodríguez-jrodriguez@diariolaregion.net/@michellejrl

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