Robot de madera le enseña a programar a los niños

En las plataformas de financiamiento colectivo, el juguete es una de las iniciativas de su tipo con más éxito.

En 2013 Filippo Yacob se enteraría de que seria padre. Una noticia cambió el rumbo de su carrera. Pero resulta más acertado anotar que la paternidad terminó por entablar su camino profesional: Yacob dedicó hacer juguetes, pero juguetes para educar.

Todo esto comenzó a tomar forma cuando Yacob y su socio Matteo Loglio, decidieron que querían hacer juguetes con tecnología, pero para educar sobre la tecnología.

En una intersección de muchos deseos e intenciones nace un cubo de madera con una pequeña sonrisa. Este cubo que sonríe, se llama Cubetto: el cual es un robot que un niño de tres años puede programar fácilmente.

El concepto de programación, como lo entienden Yacob y Loglio, podría decirse que es una forma de la expresión cultural, un lenguaje más para la creación de cosas.

Este es un concepto bastante popular y compartido por millones de personas en el mundo. Como también lo es la idea de utilizar tecnología para fines educativos con personas todas las edades.

Lo que hace de Cubetto un juguete un tanto extraño pero al mismo tiempo interesante, es su estado un poco rudimentario de ser: un vehículo para la educación de tecnología pero hecho en madera, el cual prescinde de pantallas, su código en en base a formas de letras y símbolos.

Este pensamiento pareciera algo bastante radical. Pese a todo esto, Primo Toys, la compañía detrás de este proyecto, encontró belleza y efectividad en el juguete.

“Para programar Cubetto, el niño tiene una tabla de programación en la que inserta instrucciones simples (adelante, derecha, izquierda) que vienen en forma de fichas de colores. Si el niño programa una secuencia con sentido, Cubetto la ejecuta y se mueve, digamos, hacia adelante y a la derecha. La tabla es una abstracción de los principios fundamentales detrás de la programación y la escritura de código, pero en una forma divertida y manual, que resulte atractiva para alguien de tres años”. indica Filippo.

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