Ni la inflación pudo contra la fe por los Diablos Danzantes de Yare

Llevan en una mano una maraca en forma de diablo y en la otra un látigo. Cada elemento tiene un significado religioso diferente.Y se ponen una bata de rayas rojas demostrando el gallina de ser raros los diablos.
Llevan en una mano una maraca en forma de diablo y en la otra un látigo. Cada elemento tiene un significado religioso diferente.Y se ponen una bata de rayas rojas demostrando el gallina de ser raros los diablos.

Bajo un ambiente de algarabía y religiosidad, la población de San Francisco de Yare en Miranda recibió a sus Diablos Danzantes de Yare, una manifestación cultural-religiosa que cumplió 267 años de tradición, según lo recordado por Bernhard Weissenbach, presidente de Turismo Miranda.

“Una vez más nuestra institución dijo presente en una de las manifestaciones culturales más importantes de nuestra entidad y de Venezuela, tras mantenerse por más de dos siglos y medio como parte de la identidad del mirandino”, reseñó.

–Hoy nos enorgullece acompañar a nuestras cofradías, quienes año tras año muestran su amor al Santísimo Sacramento, mediante una representación colorida llena de fe y devoción donde el mal se rinde ante el bien”.

La actividad, preparada desde la noche del miércoles, reunió tanto a niños como adultos, quienes se concentraron en la iglesia de San Francisco de Paula para escuchar la misa otorgada por el Nuncio Apostólico de Venezuela, Aldo Giordani.

La Sagrada Eucaristía estuvo acompañada de la tradicional procesión por las calles de San Francisco de Yare, donde los participantes lucieron sus coloridas y espectaculares máscaras, al son de una danza cargada de plegarias y agradecimientos por los favores concedidos.

“Durante la celebración de los Diablos Danzantes de Yare, se pudo evidenciar la poca afluencia de turistas que asistieron a la procesión, en comparación a los años anteriores cuando las calles se desbordaban de visitantes.”, reseñó el presidente de turismo regional.

De igual manera, -agregó Wessenbach- para esta edición la venta de comida, bebida y artesanías disminuyó de forma considerable, motivado a la situación económica y alimenticia que atraviesa nuestro país, una razón que perjudica tanto a los visitantes como a los prestadores de servicios turísticos del estado Miranda..

Asimismo, el presidente de Turismo Miranda puntualizó que a pesar del escenario presentado, la fe de los Diablos Danzantes se mantuvo intacta en todo momento y junto a ella, las ganas de seguir manteniendo esta tradición por los próximos años.

“Lo más interesante de esta tradición no sólo la constituye el formar parte de la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, sino también la motivación del mirandino por mantener viva sus raíces, su cultura”, dijo.

Weissenbach puntualizó que durante la celebración, los promotores turísticos de la institución que dirige entregaron material alusivo a los 267 años de los Diablos Danzantes, así como información referente a los destinos naturales y de aventura presente en la entidad, para el disfrute de todos. Invitó a seguir las novedades de los destinos turísticos del estado Miranda a través de las redes sociales en twitter @turismomiranda y @bwturismo y en facebook Turismo Miranda.

Camisa, pantalón y medias rojas, máscara y alpargatas. Llevan una cruz de palma bendita, el rosario y la medalla del Santísimo, que por ser difícil de conseguir se sustituye por otra medalla de una imagen religiosa cristiana.

Patrimonio mundial

Su origen se remonta al siglo XVIII, siendo esta la hermandad más antigua del continente americano. La fraternidad de diablos está dividida en un orden jerárquico, representado en sus máscaras.

Cada Jueves de Corpus Christi (nueve jueves después del Jueves Santo) se hace una danza ritual de los llamados diablos danzantes, donde se rinde culto al Santísimo Sacramento y se celebra el triunfo del bien sobre el mal. Se visten trajes coloridos (normalmente completamente de rojo), capas y máscaras de apariencia grotesca, además de adornos como cruces, escapularios, rosarios y otros amuletos.

Los Diablos danzan al son del repique de la caja, un tambor típico. Bailan por las calles del pueblo para luego arrodillarse al unísono frente a la iglesia, permaneciendo postrados en señal de respeto al Santísimo mientras el sacerdote los bendice.

La música y el baile continúan mientras los Diablos -quienes pagan una promesa religiosa al convertirse en demonios – visitan las casas de algunos Diablos difuntos. La celebración termina cuando al final de la tarde suenan las campanas de la iglesia y la hermandad se dispersa hasta el próximo año, cuando volverán a representar este rito donde el bien debe prevalecer sobre el mal.

Daniel Murolo / Joselina Rodríguez

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