Hambruna y soberanía alimentaria

Venezuela está convulsionada por los múltiples problemas sociales, políticos y económicos que ha generado una cúpula de gobernantes incapaces y corruptos

La hambruna que hace estragos en el estómago de millones de venezolanos, particularmente entre los más pobres, lo cual ha conducido a sufrir largas colas para tratar de comprar algunos productos de la cesta alimentaria e incluso a varios saqueos de establecimientos comerciales, constituye la negación de una política agropecuaria equivocada que desde el poder tanto Chávez como Maduro han impuesto como la panacea que los llevaría a alcanzar la soberanía alimentaria.

Venezuela está convulsionada por los múltiples problemas sociales, políticos y económicos que ha generado una cúpula de gobernantes incapaces y corruptos, que han hecho retroceder el país a los peores momentos de la postguerra federal.

Desde los primeros años de su gobierno, el comandante presidente y luego su heredero han hablado profusamente de la necesidad de garantizar la soberanía alimentaria de los venezolanos, lo cual significaría que en el país debería producirse, sino el 100 % de los alimentos, por lo menos el 70 u 80,% de los que consumimos en todo el territorio nacional, pero las mismas estadísticas oficiales publicadas tanto por el Ministerio de Agricultura y Tierras como las del Banco Central, indican que estamos importando precisamente el 70 %, lo que reduce la producción nacional a un 30 %.

Este alto porcentaje de importación de alimentos refleja el fracaso de la política agropecuaria que debió ejecutar el Ministerio creado para tales fines, cuyos titulares se dedicaron la mayor parte del tiempo que han estado al frente de ese despacho, a invadir fincas productivas, que a los pocos meses fueron abandonadas y dejaron de producir, lo que hace imposible cumplir con la meta de la soberanía alimentaria.

Y lo más grave es que no se ha ejecutado ninguna lucha contra el latifundio, con lo cual todo el mundo estaría y está de acuerdo, porque sería transformar tierras abandonadas en tierras productivas, con lo que sí hubiese aumentado la producción.

De allí que no solo estamos muy lejos de lograr la soberanía alimentaria, sino también que vamos camino a una mayor dependencia de los países productores, si este u otro gobierno no devuelve las fincas productivas a sus legítimos y competentes dueños, y le presta apoyo a la propiedad privada de los trabajadores del campo, pequeños, medianos y grandes altamente tecnificados, y se dedica a poner en producción a millones de hectáreas que hacen del Estado el primer y gran latifundista de la nación.

Después de siglos de la experiencia mundial acerca del fracaso de la estatización de la agricultura y de los grandes éxitos de los empresarios del campo, cuando se crean condiciones para trabajar, innovar e invertir en el duro trajín de la tierra, solamente campesinos preparados para gerenciar la empresa agropecuaria, pueden aumentar la producción.

En estos últimos 17 años de la administración del chavo-madurismo, en materia agrícola, Venezuela ha experimentado un peligroso retroceso que nos coloca entre los países más atrasados del mundo. Por lo visto hasta hoy, por lo insistente del gobierno en la represión y expropiación contra los legítimos dueños y trabajadores de la tierra, utilizando la Fuerza Armada para amedrentarlos, la agricultura continuará en picada hacia la ruina del país, y a los venezolanos no les queda otra alternativa que cambiar de gobierno, revocando el mandato presidencial de Nicolás Maduro, este mismo año, y devolverle la tierra a los constructores de una agricultura moderna, capaz de producir para satisfacer las necesidades fundamentales de la población y exportar y competir con los excedentes en el mercado internacional.

Juan Páez Ávila 

 

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