Algunos alimentos que nunca debes consumir fuera de fecha

ALIMENTOSNo creerse las fechas de caducidad es tendencia. Uno de los argumentos para ignorarlas es que convienen a la industria, pero también son una protección al consumidor

Desde 2013 se ha venido hablando mucho sobre la diferencia entre dos conceptos que el consumidor no siempre tenía claros: la fecha de caducidad y la fecha de consumo preferente. Desapareció la de caducidad en los yogures, un dato poco necesario y confuso que provocaba que se tirara mucha comida en buen estado, y se potenció la fecha de consumo preferente.

Los expertos, a los que solemos ignorar para tantas cosas, fueron llamados a explicarlo desde todos los medios: la franja de preferencia es solo el plazo en que el producto conserva sus cualidades deseables de sabor, textura o color, nunca es peligroso comerse algo fuera de esa fecha.

La caducidad es otro cantar. Todos sabemos que es difícil calcularla y que en muchos casos, con cierto sentido común, podemos llegar a hacer la vista gorda, pero las normas sanitarias están para cumplirlas.

No te recomendamos que comas cosas caducadas en ningún caso, pero hoy nos centramos en las comidas y bebidas que nunca debes arriesgarte a tomar pasadas de fecha por ser especialmente peligrosas para la salud.

En estos casos, la fecha de la etiqueta va a misa.

Huevos
Quizá te parezca exagerado marcar la fecha de caducidad en cada huevo, pero está muy justificado. Aunque por la famosa época de los yogures se habló de comérselos tranquilamente si la cáscara no estaba rota, lo responsable es tirarlos después de 28 días, y el envase está para recordártelo si te despistas.
Incluso mejor unos días antes.

En 2014 la Agencia de Seguridad Alimentaria Europea (EFSA) declaró que, según los estudios, cada semana más después de la tercera podría suponer un aumento del 40% en las intoxicaciones por salmonela.

Un clásico de los récords de duración es el queso, pero solo el curado. Los quesos frescos caducan pronto y no debes comerlos

Las autoridades sanitarias nos recuerdan además que no los lavemos a no ser que vayamos a comerlos en el momento y que, si vamos a tardar un poco, los conservemos mejor en la parte más fría de la nevera (no en la puerta) y en su envase original de cartón, para que no pierdan del todo su humedad natural. El principio general de “secar para conservar” no es para ellos.

Quesos frescos
Un clásico de los récords de duración es el queso. Se va acartonando, se reseca y la parte de fuera se estropea un poco, así que si quitamos una capa se puede comer y ni siquiera su sabor varía demasiado. Ojo: esto vale solo para el queso curado.

El queso fresco en cambio solo hay que consumirlo en su momento. La parte positiva es que suele saber fatal cuando se estropea, incluso mezclado o cocinado, así que es difícil fallar si no tienes el paladar muy insensible.

Carne y pescado crudos
Son especialmente susceptibles a los microorganismos más tóxicos, así que si los compras en carnicería o pescadería tradicional, sin envase, pregunta al tendero por el tiempo que llevan ya almacenados. Deberías hacerlos desaparecer en dos o tres días máximo.

Leche no pasteurizada
La moda de lo natural y poco procesado tiene aspectos positivos, pero para adoptarla tienes que disponer de tiempo libre y gastar un poquito más que la media. En el caso de la leche, Pasteur y los químicos y microbiólogos que han venido después han salvado millones de vidas. Si no estás seguro de dar abasto con el litro, mejor no te arriesgues a comprarla, o hiérvela.

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