Magia. Eso es lo que están haciendo cientos de familias altomirandinas para garantizar la alimentación diaria. “No estoy hablando de comer en la calle sino de ir al supermercado y adquirir hasta el agua que uno se va a tomar para no comprar ni jugo afuera y aún así las cuentas no cuadran”.
La angustiante afirmación la hace Amanda Querales, residente del conjunto residencial Lagunetica, quien hace un par de semanas accedió a una bolsa de comida por la cual pagó poco más de Bs. 1.500. “Los dos kilos de harina los rendí a duras penas durante casi dos semanas porque somos cuatro bocas en casa y desayunamos y cenamos con arepa. Ha tocado días en que las comemos solas porque desde que comenzó el año no sé qué es mantequilla y comprar charcutería es desembolsillar no menos de 6 mil bolívares que se van en una sentada”.
–Cuando me quedé sin harina tuve que acampar en una panadería para comprar dos canillas. A eso le sumé una bandejita de jamón, otra de queso y dos litros de jugo y me cobraron 6 mil bolívares; eso solo para la cena, si repetimos ese escenario para el desayuno serían otros 6 mil bolívares más y eso sin el almuerzo (…) Ha tocado rendir un pollo para tres días mezclándolo con vegetales y papas, pero hasta estos productos están muy costosos y te lleva la cuenta a 15 mil bolívares por día, lo que gano al mes.
El relato encuentra eco entre otras amas de casa consultadas, quienes señalaron que con los cestatickets hacen milagros para comprar alimentos para una semana. “Tan solo en la frutería se me van enteritos los Bs. 18 mil del bono de alimentación. Aunque uno tiene que incorporar más verde a la dieta diaria el cuerpo también pide carne y pollo, así como carbohidratos, pero un kilo de arroz no te lo ofrecen por menos de Bs. 3.500”, aseguró Vilma Morales, residente del sector Los Duraznos de Lagunetica.
–Soy de las que recurro a cuanta feria campesina montan; sin embargo, en muchas no aceptan los cestatikets y eso espanta a más de un comprador. En cuanto a las colas ya no las estoy haciendo porque he pasado hasta 12 horas de pie y termino sin nada en las manos porque la gente se pone a inventar que están vendiendo mercancía regulada y resulta que a veces uno ve esas colas y no hay artículos que expender o apenas están esperando la gandola y ni se sabe de qué viene cargada.
Proliferan
las mafias
Pese a las medidas que se han venido aplicando desde las tres alcaldías de los Altos Mirandinos para combatir el bachaqueo en la subregión, la realidad es que se ha convertido en una misión imposible comprar productos regulados en los supermercados.
“Pidieron la presencia de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) para poner orden y resulta que ellos son los primeros que juegan con la necesidad de la gente porque agarran cédulas de quienes madrugan y cuando llega uno a la hora de apertura del local te dicen que te vayas, que ya no hay posibilidad alguna de ingresar si quiera a ver qué hay en el local”, denunció Mariela Pérez, vecina de José Manuel Álvarez, municipio Carrizal.
–Prácticamente se va un sueldo mínimo para garantizar las tres papas del día y si te vas a la calle hay que salir con una mochila de real porque en un desayuno fácilmente se te van Bs. 2.000, en un almuerzo Bs. 4.000 y la misma cifra para cenar; es decir, 10 mil bolívares para una persona al día, esto es insólito, sinceramente ignoro cómo viven en las zonas más deprimidas económicamente, donde no son menos de 5 miembros por familia y el sustento suele ser una persona que devenga sueldo mínimo.
Para los más ahorradores la faena diaria no se hace fácil con los precios del mercado fluctuando cada semana. “Sea bachaqueado o a precio regulado el sueldo no alcanza. El Gobierno tiene que hacer algo urgente para controlar la inflación o todos los venezolanos vamos a terminar en la categoría de pobreza extrema cuando el calendario llegue a diciembre”, presagió la entrevistada.gf
Johana Rodríguez-jrodriguez@diariolaregion.net/@michellejrl