Escasez e inflación promueven racionamiento “autoimpuesto”

Carne, pollo y charcutería han salido del radar de muchas familias altomirandinas por la inflación,ARCHIVO
Carne, pollo y charcutería han salido del radar de muchas familias altomirandinas por la inflación,ARCHIVO

Dos tomates, una cebolla grande, una zanahoria y un pepino. Esas son las compras de Marisol Jaspe para resolver el almuerzo de ella y sus dos hijos que ya están de vacaciones escolares. “En la casa me queda mi último medio kilo de arroz y una bandeja con alitas de pollo”, revela la residente de El Encanto que ya luce preocupada por lo que va a preparar para el día siguiente.

–Llegué al límite: en mi despensa no tengo absolutamente nada, debo salir todos los días después del trabajo para ver qué encuentro y la plata no me rinde; al día se me pueden ir hasta 15 mil bolívares para hacer las tres comidas para mi familia. Yo puedo saltarme una pero mis chamos de 7 y 10 años que están en pleno crecimiento no. Ya los he limitado con las meriendas como para ahora decirles que deben comer menos veces al día.

La desgarradora confesión se repite en otros hogares, donde la desesperación ha llegado para instalarse debido a las persistentes dificultades para acceder a los alimentos.

“Hace tiempo que no sé qué es pedir por kilo, qué son los enlatados y mucho menos la charcutería. Me ha tocado sustituir la carne de primera por cochino que es lo que me sale más barato y sacar de mi dieta las galletas que tanto me gustaban comer a golpe de 4:00 p.m. (…) Hasta el año pasado supe qué era comprar un cartón de huevos, ahora cuando el antojo es muy grande me llevo la unidad”, dice tajante Roberto Blanco, habitante de José Manuel Álvarez, municipio Carrizal, quien vive solo alquilado en una pieza.

–Hay un racionamiento autoimpuesto en todos los hogares venezolanos debido a la escasez y lo caro que está todo. Quería comerme un chocolatico y cuando vi que marcaba 600 bolívares el más pequeño tuve que desistir (…) La situación está tan difícil que estoy pensando hasta en dejarme cortar el teléfono porque me subieron a 1.800 bolívares la tarifa mensual y simplemente mi sueldo no me da para pagar alquiler, comida y celular. Ir a un cine era una práctica semanal en mi vida pero se ha extinguido porque hay que ver qué se puede ahorrar y la recreación ha sido una de las cosas que he sacrificado.

No hay para

lo básico

Según la encuesta de Condiciones de Vida, la cual fue adelantada por tres prestigiosas casas de estudio superior criollas, en 2015 a un 87 % de la población no le alcanzaba el dinero para cubrir lo básico. Llegó 2016 y los números no son más alentadores ni la situación más llevadera.

“Por allí salió el vicepresidente de la República adelantando que no debería sorprender un aumento de sueldo, pero lejos de alegrar a la población, eso lo que pone es a temblar a todo el mundo porque solo significa una cosa: la inflación seguirá creciendo”, opinó Omar Verde, habitante de El Barbecho, Los Teques.

–Antes una comida de pobre era arroz con huevo, caraotas y queso y resulta que ahora ese es un platillo de reyes al cual pocos venezolanos tienen acceso. Los precios de los granos están por las nubes, así como el del huevo y la charcutería, última que ha tenido que ser excluida del menú diario. Las neveras lucen peladas en todos los hogares y hay que tratar de resolver en el día a día, pero con todo tan caro la solución es comer menos veces al día y reducir cada vez más las porciones. Hay quienes están comiendo una vez al día topocho; estamos viviendo algo nunca antes visto en Venezuela.

Escasez

no cesa

A la inflación galopante se le suma la escasez que ha llevado a desaparecer más de 25 productos. “Hace tres meses me vendieron 2 kilos de azúcar por 3 mil bolívares y accedí porque soy repostera; ahora la misma persona me llamó y me ofreció exactamente lo mismo pero por 8 mil, monto que no estoy dispuesta a pagar por lo que tendré que dejar de hacer tortas por encargo hasta que el producto aparezca en los anaqueles y pueda comprarlo al fulano precio justo”, atajó Johana Morales, habitante del municipio Los Salias, donde las colas se han convertido, como en el resto de la subregión, en parte del paisaje urbano, y la quejas por la escasez y la inflación son el tema recurrente entre los clientes.gf

Johana Rodríguez-jrodriguez@diariolaregion.net/@michellejrl

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