Bien sea una chuchería, un guayoyo para arrancar el día o un kilo de azúcar, el incremento de precios registrado la última semana en todos los productos hace cada día más complicada la cotidianidad de los altomirandinos, que siguen modificando sus patrones de consumo para rendir cada quincena.
“Una lata de atún Paraguaná de 350 gramos cuesta Bs. 4.280 y eso me alcanza, rendido con tomate y cebolla, para un almuerzo o una cena”, dijo Rosana Camacho, residente del conjunto residencial Lagunetica, quien agregó que “todo está exageradamente caro, sobretodo para quienes vivimos de un sueldo mínimo”.
–Hablan de un sueldo integral, pero los cestatickets uno los ve los primeros cada cinco días del mes; es decir, mi quincena simple la cobro en Bs. 7.500, dinero con el que no puedo comprar ni dos latas de atún (…) Lo peor es que la comida no es el único gasto: hay que pagar condominio, guardar dinero para el alquiler del camión cisterna y pare usted de contar. Tengo dos chamos y ni siquiera los he podido llevar al cine en lo que va de vacaciones porque ya ni comprando la chuchería en las farmacias uno ahorra: una bolsa de Bolero está en Bs. 1.500 y un chocolate Savoy en 900, casi un millón de bolívares de los viejos, es una locura lo que estamos viviendo.
La opinión es compartida por las personas que se aglomeran en las afueras de los supermercados de Los Teques, Carrizal y San Antonio de Los Altos, donde el tema de conversación recurrente es la inflación y la escasez.
“Hasta hace poco me tomaba hasta tres negritos en la cola para aguantar el hambre o me compraba un platanito para engañar al estómago durante las 9 horas de pie en las afueras de Súper Líder, pero ahora ambos antojos son un lujo porque el café negro pequeño oscila entre 200 y 300 bolívares, mientras que la bolsita de tostón supera los 400. Hasta comprar agua embotellada descalabra el presupuesto familiar”, reveló Maritza Crespo, quien ahora lleva agua de chorro para soportar las extenuantes filas para tratar de comprar mercancía regulada.
–No se trata de pichirres, es que realmente comprar cualquier cosa que no sea esencial se ha vuelto un lujo para los venezolanos. Una malta cuesta Bs. 500 y una empanada te la pueden cobrar hasta en 600 (…) Un paquete de Oreo Fudge que tanto le gusta a mi nieta casi marca Bs. 3.000, le rinde tres días y de vacaciones la situación empeora drásticamente porque quiere estar merendando a cada rato. Uno como adulto entiende, pero racionarle hasta la chuchería a una pequeñita que tiene 4 años y estaba acostumbrada a que le diéramos lo que pedía es como mucho.
Apareciendo
Productos que estaban desaparecidos comienzan a aparecer tímidamente en los anaqueles de los supermercados. Sin embargo, la alegría de los compradores dura poco, exactamente hasta el momento en que ven el nuevo precio marcado, como es el caso de la leche, el azúcar, el desodorante y la fórmula infantil.
La presentación de 900 gramos está siendo ofrecida en Bs. 1.600. “Pese a que está caro, uno respira profundo porque los revendedores no la ofrecían por menos de 5 mil y con estos ajustes ya los bachaqueros habrán aumentado también y no son nada tímidos al hacerlo”, se quejó Naim Puentes, madre de una lactante.
–Ya el Gobierno subió los precios, lo que era de esperarse; ahora deben garantizar que sean regulares los despachos para que la gente recupere la confianza y haga sus compras como antes, durante el fin de semana o cuando se le acabe la mercancía, pero ahora da pánico que se acabe el paquete de harina PAN porque uno no sabe si la volverá a encontrar y eso es lo que mantiene los despelotes en las afueras de los supermercados, a donde no se sabe qué es entrar sin hacer filas y achicharrarse durante horas sin tener la garantía de comprar absolutamente nada.gf
Johana Rodríguez-jrodriguez@diariolaregion.net/@michellejrl