Altos Mirandinos sin zonas recreativas

El club no funciona en su totalidad desde hace 4 años
El club no funciona en su totalidad desde hace 4 años

El amplio abanico de opciones que anteriormente tenían los habitantes de los Altos Mirandinos a la hora de entretenerse, ahora es muy limitado. Actualmente quedan en la zona pocos sitios recreacionales; algunos han sido clausurados con el pasar de los años, mientras que otros han sido abandonados por sus mismos dueños o incluso, se han visto afectados por la falta de mantenimiento.

Se pueden mencionar el parque Los Coquitos que para el momento se encuentra cerrado. También el Parque Recreacional El Encanto, del que hay rumores sobre su reapertura pero que aún sigue sin abrir sus puertas al público. De igual forma, las salas de cine que existían en la capital mirandina ahora son solo un recuerdo.

Un caso muy mencionado es el del Club Campestre Cumbre Azul; lugar que tuvo su apogeo en los años 80 y 90. Dicho complejo cuenta con 162 hectáreas de terreno. Fundado en los años 40, era un punto de referencia para los habitantes de la zona. Contaba con piscinas, caminerías, canchas deportivas, caballerizas, salas de fiesta y baile, y establecimientos de comida. Famosas agrupaciones musicales se presentaron en él y también fue el escenario de muchas celebraciones y eventos.

Hace 4 años aproximadamente el club dejó de funcionar como acostumbraba. Sus puertas están abiertas parcialmente, los accionistas que quedan tienen la oportunidad de utilizar únicamente las instalaciones deportivas y sus alrededores, mientras que las piscinas, salones de fiesta y demás, no están habilitados para el uso.

Todo comenzó con una serie de invasiones por parte de diversas familias de comunidades cercanas que pretendían construir viviendas en el lugar. Durante un largo lapso se apoderaron del sitio y edificaron improvisadas casas con tablas de madera y otros materiales. “Habían hecho divisiones en las áreas verdes del club y todas estaban identificadas con nombres”, aseguró Andrés Ramírez, coordinador de la Fundación Hombres Libres, que actualmente se reúne en el espacio.

Esta situación no fue fácil de tratar, ya que las personas que irrumpieron en el complejo se negaban a salir del mismo. Jean Carlos Antón, socio del club y director de la fundación, comenta que se tuvo que realizar una reunión con los dueños para saber cuál sería el futuro del sitio. “Se planteó la posibilidad de utilizar las instalaciones del club como sitio de reunión de la institución, y se aceptó para poder darle un mejor uso al terreno”, comentó. Esta fundación se encarga de rehabilitar a hombres con problemas de comportamiento y adicción a sustancias como drogas y alcohol. Los reintegra a la sociedad por medio de terapias de grupo.

Asimismo, comenzó la tarea de desalojar a los ilegales inquilinos. Antón sostuvo que luego de conversar muchas veces con las juntas comunales de los alrededores y de que la Guardia Nacional hiciera acto de presencia, accedieron a salir.

–Pudieron entender que lo que hacían estaba mal y que nosotros le estábamos dando un uso de carácter humanitario; comprendieron que este sitio es privado.

Manifestó que como es época vacacional, muchos niños de las barriadas cercanas intentan entrar para utilizar las piscinas y las otras zonas recreativas que, aunque no están en las más óptimas condiciones, son admiradas por ellos. “No les podemos decir que no; así que se les permite que entren a jugar por cierto tiempo. Ellos ya saben que tienen que pedir permiso en la puerta”, añadió.

Turbinas de las piscinas, vigas, cables, lavamanos, pocetas, tuberías y láminas de zinc fueron robados de las instalaciones del club

Club desvalijado 

Una ola de hurtos comenzó en el club; muchos comentan que el sitio era la “ferretería de la comunidad.” Turbinas de las piscinas, vigas, cables, partes de vehículos, lavamanos, pocetas, tuberías y láminas de zinc fueron sustraídos ilícitamente de sus instalaciones. Dichos actos delictivos dejaron como consecuencia un visible deterioro. Inclusive, varias veces el servicio eléctrico fue “robado.”

Según Jean Carlos Antón, la problemática ha disminuido notablemente desde que se tomaron medidas al respecto. “Se colocó un portón y ahora todos los interesados en entrar deben anunciarse y ser autorizados”, aseveró.

Expresó que de igual forma los pocos socios que quedan pretenden recuperar las instalaciones que hasta ahora las mantienen por medio de programas de autogestión. “Queremos rescatar lo que era la hacienda de café; hay una hectárea destinada a esto y también los criaderos de animales”, dijo.

Acotó que no han recibido ayuda alguna de parte de algún ente gubernamental o empresa, pero que sería lo “oportuno.” Hizo un llamado a las instituciones y explicó que aunque entiende que la situación económica del país no es la mejor, esperan que alguien les tienda la mano para recuperar un espacio que se presta para una labor social de esta talla. También se ha estudiado la opción de vender el club para que sea más factible la manutención.

Lugareños aseguran que es lamentable que un sitio recreacional como el Club Cumbre Azul haya ido a la “quiebra” de una manera tan abrupta.gf

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