Tequeños viajan hasta 1.654 Kms para hacer mercado en Colombia

Una maleta vacía, zapatos cómodos, gorra y 50 mil bolívares en el bolsillo es lo que necesita Miriam para ir de compras. El supermercado elegido no es el que queda en la esquina, tampoco en el centro de su ciudad; al que ella irá, el que le han recomendado porque conseguirá todo lo que busca, está a 767 kilómetros de su casa; en Cúcuta, Colombia.

Jueves. 4:00 am. Cubierta con una chaqueta y pasamontaña para hacer frente al frio, es la segunda en una cola que en pocas horas estará conformada por medio centenar de personas. “Dicen que a las 8:00 a.m. comienzan a vender boletos”, reseña mientras se acomoda en la acera a pocos metros de la entrada de Expresos Mérida.

Para Miriam es la primera vez, el resto de quienes madrugan esa mañana acumulan miles de kilómetros en los últimos meses. “Yo voy una vez a la semana, compro harina de maíz, aceite, azúcar y los revendo”, admite uno de los hombres; explica que es la única forma de mantener a su numerosa familia.

Atravesar el país en un autobús expreso hasta la frontera con Colombia, cruzar el puente internacional Simón Bolívar y comprar productos para revenderlos a la vuelta se ha convertido en el nuevo “gran negocio” de cientos, miles de venezolanos.

Poco después de las 8:00 a.m. Miriam logra hacerse con uno de los codiciados boletos. “Me costó 4.500 bolívares pero si no se quiere hacer la cola contactas vía telefónica a uno de los trabajadores que te los consiguen en 5.500”, reseña. Por disposición del gobierno las líneas de buses no pueden vender con antelación los tickets.

Antes que termine el jueves ya la mujer, madre de dos niños, está montada en uno de los expresos que salen cada tarde desde la ciudad de Los Teques hasta San Cristóbal. El viaje de casi 770 kilómetros se hace en algo más de 12 horas. Cerca de la 1:00 am hace una parada en Barinas, donde los pasajeros tienen 30 minutos para ir al baño, comer y estirar las piernas.

Un mercado compuesto por unos 60 productos puede costar unos 50 mil bolívares

“El 95 % de los que están aquí van a hacer mercado a Colombia”, reseña el conductor mientras se toma un café. En el parador hay cerca de 15 autobuses de hasta dos pisos estacionados procedentes de todo el país esperando para seguir la ruta. “Los pasajeros comparten una característica, la mayoría viaja con la maleta vacía”, agrega entre risas.

Un deslave provocado por las lluvias en la Troncal 5, carretera que comunica los llanos con los andes venezolanos, retrasa la llegada de Miriam al terminal de San Cristóbal. Al desembarcar repite una y otras vez las recomendaciones hechas por su comadre y cumple la primera: comprar inmediatamente el pasaje de retorno a Los Teques, es para las 5:00pm, por lo que tiene solo 8 horas para hacer mercado.

Con ticket en mano aborda un segundo colectivo, aún le quedan unos 60 kilómetros de carretera para llegar a San Antonio del Táchira. La vía atraviesa varias poblaciones emblemáticas de Los Andes como Capacho antes de tras más de 60 minutos de viaje bajarse finalmente de la unidad.

Ahora toca caminar. El gobierno venezolano mantuvo cerrado el paso entre los dos países por más de un año; tras abrir la frontera solo permite el tránsito peatonal, por lo que quienes cruzan deben recorrer a pie unos 3 mil metros hasta pisar suelo colombiano.

En menos de 5 minutos Miriam cumple con el único requisito que imponen las autoridades, llenar la tarjeta migratoria de tránsito fronterizo; una vez sellada el siguiente paso es cambiar de moneda.

Los 50 mil bolívares, un fajo de casi 10 centímetros de grueso compuesto por billetes de 100, 50 y 20 bolívares se reducen en segundos en no más de 10. “Listo, tengo 160 mil pesos para comprar”, anuncia la mujer mientras camina hacia “La Parada”, una zona comercial ubicada a pocos metros de la línea limítrofe.

Los anaqueles y neveras están repletos. La confusión que embarga a Miriam no es provocada por el panorama de hasta cuatro marcas por cada producto, sino por que no conoce ninguna. Opta por lo sencillo, abre su maleta y la llena con los más económicos.

Con 160 mil pesos la mujer adquiere en menos de 60 minutos, sin hacer cola y en un solo local, un promedio de 60 productos. Varios kilos de harina de maíz, arroz, azúcar, granos, seis litros de aceite, dos paquetes de jabones, leche en polvo, pasta, café y hasta chuchería para los chamos rebozan la maleta que gracias a las “rueditas” arrastrará de vuelta a su patria.

A diferencia de la mayoría, quienes cargan bultos y sacos en sus hombros, Miriam está en Cúcuta para comprar a un precio moderado, lo que en Venezuela los bachaqueros o revendedores ofertan con exabrupto sobreprecio. Por ejemplo, mientras un kilo de arroz tiene un valor de 2.500 pesos que al cambio son 1.388 bolívares (US$ 1), en Venezuela los revendedores lo ofertan hasta en 3.000 bolívares (US$ 3), o sea mucho más que el doble.

En su maleta con rueditas, de esas que duplican su tamaño al desplegar varios cierres, retorna caminando al punto en el que deberá tomar un vehículo de vuelta a la capital tachirense; son las 2:00 pm y su autobús sale a las 5:00 pm a Los Teques.

Miriam no está muy consciente de que al pisar de nuevo su ciudad, al igual que el resto de los pasajeros que la acompañan, habrá recorrido mil 654 kilómetros y atravesado 12 estados (ida y vuelta) en menos de 38 horas. “Es un sacrificio que vale la pena cuando se trata del alimento para la familia”, remata mientras se acomoda en el asiento para emprender el regreso. gf

Daniel Murolo / dmurolo@diariolaregion.net / @dmurolo

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