¡Ni una más, luchemos unidas!

¡Nunca me he dejado humillar, ni por mujer… ni por negra..!

Argelia Laya

 

Sin embargo, él nos enseñó durante años, le enseñó a Belén a servir la mesa, planchar, cocinar, barrer, limpiar y lavar, como obligación exclusiva por su condición de género, le enseñó también que los niños no lloran. Así lo aprendió Esperanza, quien además aprendió a callar las injusticias, desigualdades y maltratos, todo según el orden social que ella aprendió, el hombre como ser superior y proveedor, siempre tenía la razón.

A mí también quiso enseñarme, pero no le di mucho espacio, aprendí a lavar, cocinar, y demás deberes domésticos por necesidad y supervivencia, nunca para el servicio de otro, pero lamentablemente ese es el reflejo de nuestra sociedad.

Sin importar si la mujer aporta o no económicamente al hogar, debe (según lo preestablecido socialmente) además realizar todos los quehaceres del hogar, 67 años después de Belén, y 54 años después de Esperanza, el machismo sigue instaurado como problema estructural de nuestra sociedad en decadencia.

Nos preguntamos frecuentemente cómo se perdieron los valores y el respeto, porque el daño del machismo es sigiloso e invisibilizado muchas veces, bien sea laboral, verbal, psicológico o patrimonial.

La revolución bolivariana vio en la militancia capacidad de organización y resistencia de la mujer, su mayor aliada para la lucha, y al avanzar se fue dando cuenta de la necesidad de reivindicar el papel social de la mujer. Es por esto y por la necesidad de liberar a las mujeres de una vida y un antecedente histórico de violencia, que crea en sus inicios instancias que trascendieron de lo institucional a lo orgánico, para dar paso a la creación un ministerio para atender la causa de las mujeres.

Ya no eran Irene Ugueto, Argelia Laya, Nora Castañeda, y todas las que con ellas lucharon nuestros derechos sociales. Era la lucha de todas, por justicia, equidad, igualdad de condiciones, respeto e inclusión en los escenarios de la vida política.

Es con Hugo Chávez donde una y otra vez nos encontramos, en su respeto y liderazgo, que enfrentó a una sociedad que negaba el valor y aportes de la mujer a la lucha revolucionaria. Seguras podemos estar que hoy con nosotras diría #NiUnaMás entendiendo el contexto y la importancia de la expresión.

Como revolucionarias, madres, hijas y militantes vayamos a cada espacio combatiendo la normalización de la violencia, venga de quien venga y en el envase que venga, con la etiqueta que venga; ese es nuestro compromiso con el legado del comandante Chávez, más allá de cambiar una vocal por otra, transformemos esta sociedad en otra, más tolerante, respetuosa y equitativa, asumamos este y todos los retos que se presenten. ¡Unidas venceremos!

2Sin importar si la mujer aporta o no económicamente al hogar, debe además realizar todos los quehaceres del hogar, 67 años después de Belén, y 54 años después de Esperanza, el machismo sigue instaurado como problema estructural de nuestra sociedad en decadencia…»

Eubel López

aporrea.org

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